Otro texto antiguo.
Había una vez tres círculos: un círculo completo, un círculo base y un círculo perfecto. Cada uno de ellos se creía el mejor círculo del mundo geométrico. El primer círculo, arrogante y fatuo, porque no le faltaba ni le sobraba nada (a fin de cuentas, era completo), mostraba sobre la hoja de papel su figura correcta y de afinada línea. Por su parte, dos centímetros a la derecha, el círculo base, hecho de breves rayas suaves, esperaba que todos llegaran hasta él para saludarlo y tocaran su cuerpo, que orgulloso los guiaría por el punto correcto. Un poco más allá de los anteriores, el círculo perfecto, soberbio y altivo en su perfección, se sabía el mejor de los tres. Trazado con un compás por mano experta, realmente estaba perfecto. Su desprecio por los otros dos era evidente. Lo que no sabian estos tres circulitos, eran las necesidades reales del creador. Cuando una bella elipse fue trazada muy cerca de ellos y miraron la amplitud, corrección y lo rotundo de sus líneas, no podían creerlo. Definitivamente ella era la mejor de los cuatro. La observaron embelesados, con adoración. Fue sólo unos instantes que pudieron hacerlo; porque luego, la mano creadora, fue borrando los tres círculos lentamente uno a uno... hasta hacerlos desaparecer. |