Carmen, la maestra, estaba alegre porque la carta tan anhelada había llegado. Se trataba del concurso para jóvenes llamado “El deletreo de las palabras”. Consistía en deletrear oralmente las palabras lo más rápido y correctamente posible. El pueblo nunca había obtenido ningún premio en este certamen, sin embargo, Carmen no perdía la esperanza.

Sara, la mejor de la clase, era entrenada por su maestra.
Deletrea “adulación” – Dijo la maestra.
Adulación, A – de – u – ele – a – ce – i – o tildada. - ene.
Muy bien, ahora tú Marcos, deletrea “invencible” – Dijo la maestra.
i – ene – e – ene – ese – i – be – ele –e
Todo el salón reía. Marcos era el niño mas desaplicado y falto de entendimiento.

Carmen explicaba a sus alumnos que, en el concurso de las palabras, no sólo se destacaba la ortografía, sino que la correcta escritura es una destreza que define el nivel de cultura idiomático de un escritor, así que este era un concurso de un joven contra una palabra.

Carmen, no desalentaba a Marcos, por el contrario, le decía: “Eres un buen estudiante, eres excelente en este juego de palabras”. Marcos lo creyó, por que quien cree que ganará ya gana.

El deletreo oral era algo muy difícil, obligaba a representar la palabra en la cabeza, fragmentarlas en sus más pequeñas partes y asociar los sonidos a las letras adecuadas y todo ello con la estimulante presión añadida del tiempo real. Y fue cuando se le ocurrió la idea, “las palabras en la cabeza” imaginarse que Dios se las escribía en el pizarrón que era el cielo.

Practicaba todos los días con una disciplina de hierro, y la mejor forma fue leyendo cualquier cosa, ya que la lectura constituye un vehículo para el aprendizaje, el desarrollo de la inteligencia, la adquisición de cultura y la educación de la voluntad. El salón de clases pronto quedó atónito, Marcos había superado todas las pruebas y fue quien representó al pueblo en el certamen.

Viajó con sus padres a la capital, después de dos semanas participando, sólo cinco concursantes pudieron acceder a las semifinales. El gran favorito en el concurso sufrió los nervios propios de la final y no pudo conseguir su trofeo. Marcos supo aguantar la presión con frialdad, disputó una reñida y emocionante final. Ese día fue “i-n-v-e-n-c-i-b-l-e”.