Al día siguiente, a las ocho de la mañana tocaban bocina.
Michel y los niños ya no estaban.
Se asomo por la ventana de uno de los cuartos de arriba y allí estaba Andrés con un cachorro en sus brazos.
-¡Además de traerte un perro, por el cual sé que me estas odiando, te vengo a buscar, mi hermana te está esperando para retratarte, que dices!
-¡Que sí, que voy a decir!
-¿Que si quieres el perro o que si vienes conmigo?.
-¡Las dos cosas! ¡Las dos cosas! -no lo podía creer, en minutos estaría en la casa Colman, no le importaba el perro, podían traerle tres , cuatro que ya nada era más importante que estar allí.
Descendió las escaleras casi corriendo, abrió la puerta y tomando el perro dijo;
-¡Ya vengo, espérame no te vayas!
Andrés le sonreía, aunque no entendía tanta alegría.
Le dejo una nota a su esposo -Estoy en la casa Colman, cualquier cosa llámame-
Y mirando a Coca que estaba bastante confundía, en esa mañana tan diferente...
-Cuida del perro Coca..
-¡Pero señora! si usted no puede ni ver a estos bichos…
-¡Es para los niños! No sabes la sorpresa que se van a llevar. Me voy a la finca de los Colman, me van a hacer un retrato, dile a mi esposo.
-Si usted lo dice señora, así será, a decir verdad, no entiendo nada, pero bueno…
La mujer se llevó el animal.
Le temblaba la mano cuando paso el labial por su boca, tomo su abrigo, su bolso y salió de la casa. Andrés la esperaba en el auto, al subir dijo.
-Lista, vamos-tenía una hermosa sonrisa, hacía mucho que no estaba así, eufórica, supo que tenía que contenerse, podría arruinarlo todo, al fin y al cabo, era solo un retrato.
-Vamos julia-dijo Andrés- hoy serás una modelo, ya verás que artista es mi hermana.
Catalina tenía una habitación destinada para sus trabajos. Había allí muchas pinturas. Según contó las había hecho en los últimos años cada vez que venía. Hasta había retratado a la cocinera. Le apasionaba pintar rostros y realmente su hermano se había quedado corto, era muy talentosa.
Mientras la pintaba, Julia estaba quieta,
Andrés hablaba y la hacía reír, Catalina se molestaba y amenazaba con echarlo del lugar.
La pintura llevaría varios días, pero cuanto más tiempo mejor pensó.
Ese día no pudo ver a Lili.
Ya de regreso, comento con su esposo su experiencia como modelo de Catalina
-Es muy talentosa - comento Michel- he visto varios de sus trabajos en la ciudad. Ella expone en una galería.
Luego él se marchó a su trabajo y ella continuo su día normalmente.
Pasaron cuatro días en los que posó para Catalina y nunca pudo ver a quien tanto le interesaba.
Llegó a pensar en el día que terminaran su retrato. Entonces ya no estaría allí. Se mantuvo tranquila, ya llegaría el momento.
Un día más en la casa Colman.
La recibió el mayordomo,
-La señorita Catalina no tardará en bajar.
Se quedó sola en la sala. Observó detenidamente todo el arte que había en aquel lugar, podía apreciar mejor esta vez cada detalle, ya que no había nadie que la distrajera.
Caminó hasta llegar al jardín. Entonces la vio. Un escalofrío corrió por su cuerpo. Era ella, cortaba con una tijera las rosas, a las que colocaba en una canasta. Acercándose lentamente se detuvo frente a ella, la muchacha la miro y con una sonrisa le dijo.
- ¡Hola Julia Iriarte! la nueva modelo de mi hermana. Lo sé porque te vi en el retrato, que por cierto está quedando muy bonito.
Se quedo sin palabras, tantos días esperando verla y ella ya sabía quién era, se sintió tan ridícula.
- ¡Buen día! ¡Cómo te llamas? -disimulo muy bien.
-Lili Colman, la última que te falta conocer, según tengo entendido. Mi mamá dice que se te ve bella e inteligente. ¡Mira! ¿Te gustan las rosas? llévate una. Yo las cultivo, no son muchas, pero las amo, sabes, ellas me acompañan en este lugar tan solitario, a ti que flor te gusta más.
-Las rosas también- se sintió tan incómoda, había esperado dos años con este momento. Se encontraba con una niña. Parecía tonta o se hacia la tonta. Hubiera querido maldecirla, pero solo sintió pena por ella. Tenía la flor en su mano, seguramente la tiraría, no quería nada de aquella mujer.
- ¿Te gusta este lugar? -pregunto por decir algo como para tener alguna conversación, pero en eso llego Catalina
- ¡Julia estoy aquí, ven!
Había llegado el momento de posar.
Quedaron con la muchacha en salir a cabalgar al día siguiente, junto a Catalina y Andrés.
Ya al sexto día, Michel se empezaba a molestar. Ella pasaba más tiempo en la finca que en su casa. Estaba desatendiendo la familia, a lo que ella contesto que eran solo unos días más, mientras ella posaba para aquel retrato. Él se marchó enojado, y eso que no sabía que iría a cabalgar y que hasta la noche no regresaría.
Cuando llegó a la mansión noto que había mucha seguridad. A lo que le pregunto a Catalina ni bien la vio, la mujer le respondió que en realidad no se ven, están ocultos, y que en los últimos años la han reforzado.
-Habrás escuchado que a mi cuñado lo mataron cuando se casaba con Lili.
-Si lo sabía, tu hermana debió haber sufrido mucho.
-Así es, te habrás dado cuenta de que ella no es normal. Yo siempre estuve en desacuerdo con aquella boda, pero bueno yo no mando aquí.
-¿Lo dices, por cómo es ella?
-Lili no puede ser la esposa de ningún hombre, esa es la realidad, quién puede quererla así.
- ¿Pero ese hombre porque… la amaba?
-No lo sé, pienso que por el dinero que tenemos, aunque él era muy rico, demasiado rico.
-A mira, qué raro todo no.
Se mordió la lengua para no hablar. De todas maneras, los Colman le habían empezado a contar parte de su historia.
A partir de aquel momento y con la excusa del retrato Julia iba todos los días a la finca. Salían a cabalgar. Hablaban y reían. Notó que Lili la seguía demasiado, como si la admirara. Andrés siempre presente. Compartían momentos agradables, hasta jugaban a las cartas o intentaban enseñarle ajedrez.
El retrato ya estaba listo. Julia sintió que ya no iría más a la casa.
Sin embargo no fue así la amistad continua y se veían a menudo
CONTINUARA
ESTELA |