Mi marido guarda todo lo que encuentra, porque todo va a ser útil algún día. Dícese tornillos, latitas de arvejas, latitas de atún. ¿Para que servirían? Para guardar y atesorar tornillos, tuercas, resortes, cablecitos.
Tiene una vista tan extraordinaria lejana que cuando va en auto, en una calle solitaria, y divisa algo en el camino, frena de golpe, y una está desprevenida, abre su puerta del lado del conductor y, y toma la arandela del tamaño de una arveja que había en el pavimento.
¡Oh sorpresa! Una se queda boquiabierta que usa lentes para mirar de cerca, para mirar de lejos y para mirar el interior de cada cosa, si es que alguna cosa se deja ver interiormente.
Eso viene a cuento de que hace mucho que no se sale y no se encuentra ninguna tuerca por allí.
Quizás la próxima vez encuentre un yacaré cruzando la ruta, y no nos tomara desprevenidos, cuando desborden los ríos y las aguas y habrá aparcado la barca de Noé en el monte Ararat.
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