Éste es otro texto antiguo. Ojalá no se haya anquilosado.
Luis adolecía de un gran defecto, al hablar con él, nunca sabías con quién lo estabas haciendo. Su voz podía ser la de una mujer y al momento siguiente la de un niño, luego la de un hombre o una vieja, de un animal o una niña. La gente se burlaba todo el tiempo de él. Les parecía graciosa la desesperación, el sufrimiento que esta situación le provocaba, porque no tenía ningún control sobre ella. Las voces simplemente salían y lo avergonzaban sin remedio.
- ¡Soy un hombre! - declaraba; pero el timbre de sus múltiples voces lo desmentía.
Luis consultó con muchos especialistas para que lo curaran de su mal; pero luego de infinidad de análisis y estudios de laboratorio, se daban por vencidos ante tan extraña manifestación.
- ¡Soy un hombre! – repetía él.
Ninguna mujer se le acercaba; encontraban divertida y repelente, aquella facultad de Luis para hablar con múltiples voces.
- ¡Soy un hombre! - rugía tenaz.
Desesperado, se fue a vivir al campo para buscar la soledad, alejado de todos los que lo herían. Una noche, vagando entre las sombras, agobiado por terribles dudas, llegó hasta un paraje solitario e imploró, doliente, en voz alta:
-¿Por qué este castigo tan cruel?... ¡Soy un hombre!
Venida de algún lugar, una voz (¿interior?) le respondió:
-No es ningún castigo, es que tú no eres un hombre, eres un pájaro, un hermoso pájaro de muchas voces, metido en el cuerpo de un hombre.
-Eso no es verdad.
-Lo es. Ya es tiempo de que te conozcas realmente.
En un momento, el cuerpo de Luis se encogió, fue transformándose. De lo que había sido un hombre, emergió la majestuosidad de un ave negra como la noche, que abriendo sus grandes alas oscuras, emitió un graznido portentoso y emprendió el vuelo hacia el infinito cielo estrellado, liberador.
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