?El tren llego a Santa Catalina a las ocho y diez de la mañana.
El andén de la vieja estación fue testigo de la presencia de aquella mujer cuando descendió del tren, altiva y hermosa, sus cabellos castaños caían sobre sus hombros adornados por un sombrero de jute. Faldas largas estampadas y un saco negro de terciopelo. En sus manos una maleta y una pequeña bandolera que atravesaba su pecho. Caminó sin prisa, moviendo sus caderas con elegancia y ante la mirada curiosa de los pobladores se dirigió hacia el centro del pueblo, donde rento una habitación en el viejo hotel.
Santa catalina fundada por la familia Colman, toda una dinastía, varias generaciones transitaron por el pueblo dándole trabajo a sus habitantes. Queridos por algunos y odiados por otros. Acusados de ser explotadores, además de amos y señores del lugar, también dueños de su destino.
Pero esa noche es muy particular para la familia, su hija menor se casa. El pueblo está atento con la boda de la joven.
La mujer que llego al pueblo se llama Julia Iriarte, tiene unos treinta años, de mirada ausente, piensa, piensa todo el tiempo. Mira por la ventana, observa el lugar. Al hotel de la iglesia lo separa la plaza, a los costados hay comercios y el registro civil. Hay gente que entra y sale de la iglesia, la están decorando para la boda.
La mansión de los Colman se encuentra en el campo rodeada por las plantaciones de uvas que dan vida al imperio. Dentro de la vivienda las mucamas no hacen más que correr, todo tiene que salir a la perfección. Falta poco para la boda, en el piso de arriba Lili, ansiosa mira los últimos detalles de su vestido.
El viejo Colman, así lo llaman en el pueblo observa como su mujer da órdenes para que todo salga bien.
Las horas transcurren en la tranquilidad de un pueblo que parece estallar por tanto calor.
Pronto llega la tarde.
La mujer que llego al pueblo aún se encuentra en la habitación. Recostada sobre la cama, su mirada fijada en el techo. Mira el reloj, ya son las seis de la tarde. Sus dedos golpean el respaldar, tiene una tranquilidad que impresiona, o por lo menos es lo que aparenta.
Lili, de cabellos rubios, rizados, tremendos ojos azules, de aspecto frágil, ya se observa en el espejo vestida de novia. Dos mucamas ordenan la habitación. Su hermana Catalina, que es un desparpajo, la ayuda en los últimos detalles. Tiene además dos hermanos varones, que esperan en la planta baja junto a sus padres que se haga la hora y así partir a la iglesia. La joven baja las escaleras, su padre la recibe, ella toma su brazo y salen de la casa seguida del resto de la familia. La figura blanca se refleja en el umbral.
Julia Iriarte aún permanece acostada. Puede escuchar que los novios han llegado. Siente que entran al templo. Entonces espera. Luego observa por la ventana, la ceremonia ya empezó tal como lo imaginó. Espera antes de salir. respira profundo. Acomoda su cabello, su falda Sus pasos se dirigen hacia la iglesia. Se ubica en la plaza, enfrente de la puerta de la iglesia. Demasiado nerviosa, angustiada, mareada entre la muchedumbre.
La puerta del templo se abre permitiendo la salida de los novios. Julia se estremece, no quita los ojos en la figura del hombre. Gritos de algarabía y aplausos. Pétalos de rosas rojo sangre vuelan por el aire hasta descender sobre los recién casados. De pronto un hombre toma su brazo, intenta sacarla del lugar, Julia se resiste. Es allí donde un estampido quiebra la euforia de todos, transformando la fiesta en un escalofriante silencio.
El ahora esposo de Lili Colman cae al suelo con un disparo en el pecho. La muchacha grita desesperada sobre él.
Sin que pase mucho tiempo llega una ambulancia y la policía. El médico lo examina y dándolo por muerto se lo llevan. Todo fue muy rápido para sorpresa de los presentes. Julia contenida por el hombre que acaba de llegar ve junto a la muchedumbre todo lo que acaba de suceder. A la joven recién casada se la llevan rápidamente del lugar y desaparece junto a toda la familia. Un silencio que espanta, la noche está caliente en Santa Catalina, la tragedia ha llegado y ha llegado para quedarse.
Inmediatamente de lo sucedido Julia Iriarte y el hombre que la acompaña se dirigen a la comisaria. Ella habla con el único policía que se encuentra en el lugar. Un hombre viejo que ya debía estar jubilado, apocado, de una tranquilidad que espanta, típico de pueblo donde nunca pasa nada, seguramente se pasó toda su vida tomando mate. Julia le pide que le deje ver al hombre que murió trágicamente hace un rato en su boda. Ante la resistencia del empleado policial, ella insiste diciéndole que ella cree que es un familiar, que no tiene documentación, que tienen distinto apellido, le dirá que recibió un llamado, le dirá tantas cosas hasta que el hombre que esta con ella le da dinero hasta convencerlo.
Camina junto al empleado hasta la morgue. Ingresa. Se queda quieta, impresionada observa un cuerpo cubierto, lentamente se acerca, cierra los ojos. El policía le dice que ya puede mirar. Observa detenidamente el cadáver. Se inclina muy cerca de su rostro e impulsivamente se tira hacia atrás. Se queda mirándolo. El policía le pregunta- ¿Es el señor? ¿El señor Ordoñez es su familiar? - a lo que ella responde ? SI, es el
-Lo siento señora
-Quiero salir de aquí, por favor, me quiero ir.
Después de todo lo sucedido en esta trágica y confusa noche, Julia Iriarte se quedó en Santa catalina. Nunca volvió a su casa.
Continuara
Estela |