| Alerta
 
 Debiste haber avisado antes. Lo intuías desde hacía tiempo, cuando escuchabas  esos ruidos y golpes, seguidos por llantos y tormentos. Sabías que algo raro, quizás cruel estaba ocurriendo, cuando se  la  veía  en el  barrio,  temerosa, y esquiva. Sus ropas oscuras disimulaban cualquier contrariedad, también  los echarpes largos, que le cruzaban el pecho y caían al suelo arrastrándose, como lo hacían sus pies.
 Su   oreja estaba siempre pegada a esa pared endeble , por si se  oía algún grito de auxilio.
 
 Pasaron muchos meses de angustia, de zozobra. De incertidumbre esquiva y malestar, con asiento en las tripas.
 Algún grito y forcejeo se escuchó en la noche anterior  trepidando un poco las precarias  paredes, quizás de juncos.
 
 Cuando por fin vino,  la trabajadora social, solo salieron de la casa su padre, ella, con su prominente vientre como una fortaleza contra el mal.
 
 
 |