Las palabras no suelen rendirse a las evidencias que la razón utiliza para desbarrancarlas de sus, aveces, ingenuos propósitos.
De esta misma manera las palabras, algunas de ellas, pronunciadas en el momento oportuno, cuando el reloj da las 12 o cuando la barrera se vuelve permeable a una primera lágrima, suelen hacer temblar y sobrecoger a esa ingenua razón que cree siempre ser dueña de una única verdad. Una única verdad que no existe desde el momento en que el amor y el odio no son razonables, y que verdades son mas importantes que éstas dos?.
El amor, la verdad que mas necesitamos en los ojos entornados, risas, suspiros o tan solo el guiño de la persona que nos roba de a poco esa esencia que nos hace seres individuales para nunca jamás querer volver a serlos.
Y la otra verdad, el odio, la única que en manos diestras puede clavarnos el puñal definitivo...

La verdad es la daga que la razón clava en nuestro corazón para hacernos tragar las palabras que tal vez sueltas al aire se convertirían en la verdadera razón de su condena....