El paso del tiempo es caprichoso a su antojo, según nuestra habilidad de verlo pasar, se vuelve perezoso en el ritmo natural, o una fugaz como es el tiempo de la urbe, de lo moderno. Es ahí cuando se parece a una gran presa o dique con agua que tiene una grieta, yo me veo frente a él y pongo mis dedos para que no se llegue a fugar, pero no puedo detenerlo es muy tarde y mis manos son pequeñas... El tiempo así parece no pedirle permiso a nada ni nadie simplemente pasa ante nosotros como el cambio que vive en las estaciones y en las cuerpas... así de pronto cuando pasamos de sentirnos rebeldes en la escuela o vernos sentadas desde la otra línea callándonos por el miedo a perder el trabajo... El tiempo no perdona y nos transforma sin escapatoria ... la búsqueda del presente como un salvavidas a veces me permite contemplar las burbujas que se van como remolino por el desagüe o las hojas de un árbol meciéndose en el viento. Le alego un poco al tiempo para que se quede un rato más conmigo que hagamos las pases y que por un instante no sea tan soberbio para que se detenga en su paso incansable y soberano ... Él se ríe me dice que de vez en cuando nos podemos tomar un café, pero que hoy está muy ocupado cambiando las cosas nos despedimos y me deja un regalo me dice que igual podemos ser amigos que ÉL no es tan malo , abro la caja y descubro una hoja en blanco y una pluma,
Bueno solo queda escribir …