No me di cuenta, cuando uno de los limpiaparabrisas de mi automóvil ya no estaba en su lugar.
Como ocurre con muchas coas que no andan bien, hay hechos de los que no nos percatamos de inmediato, sino que mucho después cuando el daño ya está hecho. Ni cuando activé ambos para limpiar el vidrio delantero,
observe su falta.
Fue mucho después, cuando cayó el espejo retrovisor que me percaté que además faltaba esa plumilla y el alerón trasero que había instalado y que no era parte del modelo original, ya no se encontraba en su sitio.
A medida que avanzaba pensaba qué otra pieza caería repentinamente, implorando que no fuera alguna rueda o una pieza clave del motor.
El móvil seguía su marcha y a pesar de que trataba de agudizar mi oído para detectar alguna falla que estuviera en proceso, no lograba registrar ninguna anomalía.
Lo lógico hubiera sido que detuviera la marcha, me estacionara en la berma y revisara el estado general de mi automóvil.
Pero faltaba poco para llegar a mi destino y pensaba que si bajaba el ritmo, los riesgos a los que me exponía frente a un colapso de la máquina bajaban considerablemente.
Pero, cuando quise disminuir la marcha, me di cuenta y no con pavor que no se encontraba en su sitio el pedal del freno, como tampoco el acelerador.
Me encontraba, entonces, en un aparato que viajaba prácticamente sin control. Solo podía esperar que fallara el motor, se rompiera o desapareciera el depósito de gasolina y aquel armatoste perdiera fuerza y velocidad por sí mismo.
El volante, que llevaba fuertemente sujeto era lo único que podía manejar y era de esperar que los neumáticos respondieran.
Pasaron minutos esperando lo peor, hasta que cuando llegaba a un pueblo el vehículo comenzó a bajar su velocidad por lo que aproveché de dirigirlo hacia un costado del camino.
Al apearme, me encontré a otras personas que aparentemente habían sufrido problemas similares al mío.
No imaginaba que un problema de este tipo fuera tan frecuente. Si bien es una rareza, me comentó un sujeto, "no es descartable que puedan suceder fenómenos de esta naturaleza, simplemente porque están dentro de las cosas que pueden ocurrir".
"Y usted la sacó barata" me dijo. Tomándome de un brazo me llevó hasta la cima de un desfiladero, al fondo del cual vimos varios autos destrozados y algunos pájaros carroñeros evolucionando.
Ellos, en alusión las personas, "perdieron sus ruedas, volantes, motores y quizás cuantas piezas más. Usted, al igual que yo y estos otros que observan, debemos considerarnos agradecidos. Las cosas tienen su tiempo y frente a ello no hay nada que podamos hacer". |