Érase una vez cuatro amigos Juan, Luis, Lola y Lucia que después de la escuela se la pasaban súper bien.
Que hambre tengo dijo Juan, comeré este rico plátano. Yo tengo mucha sed, dijo Lucia me beberé esta rica soda a mí me quedo solo este chocolate dijo Luis y tu lola que comerás bueno yo me comeré estas galletas rellena de fresa, que rico. Dijeron los niños.
Ellos iban muy contentos corriendo y jugando en el camino, hasta que llegaron a un puente se acercaron y empezaron a ver el agua y riendo empezaron a lanzar los desperdicios que tenían en la mano.
Juan lanzo la cascara de plátano y sus compañeros empezaron a lanzar los empaques de dulces y la lata de soda que Lucia tenía en sus manos.
Pero de repente escucharon una voz que les decía:
Por favor, no hagan eso!
Los niños voltearon muy asombrados y empezaron a buscar de donde venía esa voz.
Quién dijo eso, pregunto Luis.
No se! dijo juan.
Cuando en ese momento se les acerco un ave amarilla
Y les empezó a decir:
¿Por qué hacen eso?
¿Por qué ensucian el agua?
Pero si todos lo hacen, muchas veces las personas arrojan la basura en el agua, respondió Lola.
En eso el ave les dijo: Yo les mostrare lo que ustedes causan cuando arrojan los desperdicios en el agua.
Y en ese momento los niños empezaron a volar siendo guiados por el ave amarrilla, Ellos estaban muy felices volando hasta que el ave los llevo por lugares muy contaminados por las basuras que los humanos arrojan.
Los niños se pusieron muy tristes al ver tan sucios esos bellos lugares…
Como playas, ríos. Pudieron ver también algunos animales llorando y sufriendo, porque su habita, o su casa estaba muy sucias y arruinadas.
Luego los peces empezaron hablarles:
Amiguitos porque ustedes no nos quieren,
Muchos de mis hermanos peces mueren al confundir estos desperdicios con alimento y por toda esta contaminación, ayúdenos por favor.
Por favor cuiden el agua, el agua es vida y se está acabando no la desperdicien ni la contaminen. Se los pido por favor, repetía una y otra vez, el enorme pez…
En ese momento el ave amarilla les dijo:
Ahora entienden porque no deben arrojar los desperdicios al agua.
Y porque debemos cuidarla.
Y en ese momento los niños pudieron entender el mensaje del ave amarilla, que después todos juntos fueron a la playa a recoger todos los desperdicios que encontraban en su camino.

Y todas las personas que los observaron, empezaron a imitar sus buenas acciones, como también los pescadores en sus lanchas empezaron a limpiar las playas por varios días.
Días después las playas y los ríos quedaron muy hermosos y limpios.
Y sobre todo los peces vivieron muy agradecidos y felices gracias a las acciones hechas por Juan, Luis, lucia y lola.
FIN