Ella es fría, corre y grita por toda la casa, mientras pelea con los objetos que a su parecer se le atraviesan y la atrasan, discute con el gato porque aún tiene comida y maulla por más, mientras regaña al perro por haber ensuciado la cocina, yo no habló, porque sino sería si próxima víctima.
Pero observó como el gato, el perro y yo mismo vemos atónitos como corre de forma magistral con sus tacones de un lado a otro, mientras el sonido de ellos retumba en el piso haciendo parecer que hasta el mismo diablo tiene miedo de su furia.
Patea cosas que según ella se le ponen enfrente, y maldice como las más temidas brujas antiguas mientras busca las llaves del auto.
Sólo muevo la cabeza y seguimos hipnotizados el gato, el perro y yo, mientras ella termina su ritual.
Las llaves en sus manos, sus labios color carmín, la falda arreglada, voltea a verme en la barra mientras doy el último sorbo a mi café y sonríe.
- Estoy lista.
Yo caminó feliz, la tomó por la cintura y la beso, qué sería de mi estúpida vida si está mujer no me dejará contemplar su enojo, su miedo, su tristeza y su alegría.
La llevó al auto y salimos, sé que no es perfecta, pero es mía y con eso a mí me basta.
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