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La diferencia de estar contigo parte 8

Por la mañana, desperté boca abajo en mi cama. Él tomaba un baño caliente. Bajé y preparé el desayuno mientras él bajaba a la sala y observaba la pared del orgullo, todos mis reconocimientos y fotos.
-Guau ¿eres doctora?
-Si – dije temerosa – ya está el desayuno.
- ¿Todos estos países conoces?
-Si. Espero te guste el desayuno – tenía que evitar esa conversación.
Días después, David de nuevo me dijo que estoy haciendo las cosas mal.
-Estás haciendo mal las cosas.
- ¿De qué hablas? – pregunté a David.
-De que no estás siendo honesta con él. El vio tus fotos, sabe de tus viajes, de tus padres y todo ¿y luego? Debes mostrarte tal como eres, todo lo que vives no fue tu culpa ni nada y si él no tuvo la oportunidad de estudiar y tiene un empleo mal pagado y arriesgado no es tu culpa.
-Estoy realmente enamorada de él.
-Eso es un problema. Si estás enamorada no serás objetiva. Dime ¿cuántos saben de tu relación con ese policía?
-Nada más tú – le respondí.
-Eso te va a costar. Si de verdad se aman, tendrán que aceptarse como son. No me has contado si ustedes han tenido sexo.
-Eso no se pregunta.
-Somos amigos. ¿Qué tiene de malo?
-Ya lo hicimos.
- ¿Y qué tal? ¿La tiene grande?
-Está fornido, hace ejercicio, su abdomen se está marcando.
- ¿Qué pasa? - notó que algo no le estaba diciendo.
-Lo hice con una camiseta puesta negra.
- ¿No estabas desnuda?
-No. Fue con la camiseta negra.
-Deja tus complejos afuera de la cama y disfruta lo que te está pasando.
Era la primera vez que David se expresaba así. La relación con Jaime iba bien. Nos veíamos en la calle y nos sentábamos en los parques a platicar de cualquier cosa menos de nuestras vidas, yo quería evitar que él viera todo lo material que tengo. Le hice caso a mi amigo, traté de disfrutar el momento.
Un hotel cerca del parque se nos atravesó y alguna razón, por primera vez sentí la necesidad de estar con él. Me tomó de la mano para cruzar la calle y entrar al motel. Nos instalamos en la habitación 43, era muy amplia con una cama, televisión y baño. Nos recostamos en la cama, no sabía por dónde empezar.
Me quitó el vestido negro con flores rojas, comenzó por el saco rojo, retiró las medias y por primera vez me vio desnuda. Vio mis caídos senos, las estrías en la barriga y mis anchos muslos. Mi encorvada espalda se reflejaba en el espejo. Me dio vergüenza que me viera tan fea.
De nuevo él se puso encima de mí. Acaricié sus pectorales, él me besaba y tocaba mis flácidos senos. Decidí aprovecharme esa tarde y metía la mano por todos lados, apreté sus nalgas y él me pidió que tocara su miembro y lo jalara. Cerró los ojos y se mordió el labio. De nuevo bajó hacía mi sexo y lo lamió. La abrió y metió su duro miembro, esta vez dolió menos.
Nos quedamos dormidos un par de horas hasta que él me despertó, nos fuimos en mi carro hasta mi casa, yo quería repetir el acto, pero ahora en mi cama.
- ¿No te quieres quedar? – le pregunté.
-Mañana tengo que trabajar – respondió.
-Anda. Quédate. Mañana yo te llevo al trabajo.
-Está bien. Voy por mi maleta y regreso.
Dieron las 9, 10, 11 de la noche…
-Perdón, pero no podré ir a tu casa. Aquí en el cerro no hay transporte – envió un mensaje.
-Está bien no te preocupes.
-De verdad lo lamento – se disculpó de nuevo.
Fui al comedor, apagué las velas, tiré el vino a la coladera y la pasta la tiré a la basura. Me dormí un poco desilusionada de aquello.

Continuará...

Texto agregado el 05-09-2020, y leído por 113 visitantes. (0 votos)


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