Bueno amigos, compañeros de letras, he quedado cesante. Pasé a engrosar la lista de los 2 millones 500 mil desempleados que dejó esta pandemia, no sólo en Chile, sino también a nivel mundial.
Siento tristeza, estoy de duelo. Me siento como maleza -desarraigada- de lo que hasta ayer sentía era mi segundo hogar, mi segunda familia.
Por más de 10 años estuve en el rubro del Retail, un área vibrante, entretenida, exigente ¡Tensional a tope! Muchas veces en la oficina me di un respiro y cambié la pantalla para escapar de las paredes de cemento y cristal a este cielo azul que me permite volar con los dulces querubines de Gsap o que me lleva a viajar al país hermano para disfrutar los colores y aromas del jardín de Sensaciones o acompañar a Steve, en su constante training en dos ruedas por el volcán cuyo nombre jamás logró recordar.
Viajar en un segundo, distenderme para verme sorprendida de las ocurrencias y novedades que cada uno de ustedes comparte a través de sus escritos poesías o reflexiones son una sola cosa y me percato que de forma imperceptible me han acompañado en diferentes etapas y emociones. Cuántas veces disimulé la risa ante las irónicas respuestas en más de alguna disputa o me molesté en silencio ante el descriterio de colegas que con total falta de empatía llenan el muro con sus creaciones sin comprender que se trata de contribuir con calidad, no cantidad. Cuantas veces armé y desarmé un escrito en word acomodando las palabras para compartírselas robando, sí, robando, un poco de tiempo a la empresa. Bah, no robaba, me quedaba hasta después de la hora si era preciso, almorzaba en 15 minutos si había sobrecarga laboral, era a conciencia, soy muy responsable... pero de nada sirvió. Había que bajar costos.
Qué sé yo. Hoy estoy detenida, asimilando el cambio. Volver al mercado está difícil, no hay cupo para desarrollarme profesionalmente. Por fortuna en lo económico estoy resguardada, sólo que ahora estoy como el pájaro aquel del que escribió hace poco hgiordan, al cual se le abre la puerta de la jaula para volar libre y se queda perplejo ante ella. Tengo todo a la mano para vivir como quiero, aun así, me asusta el cambio. Estoy proyectando comprar un depto. en la playa —costa central— para no alejarme mucho de mi hija, y vivir con vista a la inmensidad del mar que siempre he admirado y deseado. Sólo que ahora no habrá tensiones, no habrá metas que cumplir ni habrá muchos rostros físicos que me acompañen (tampoco un sueldo fijo a fin de mes, pero bueno se puede vivir con menos). Ah pero estarán ustedes amigos y colegas para acompañarme y hacerme volar en sus letras a los diferentes mundos de fantasía. Bueno, ustedes son también mi familia y necesitaba compartirles el cambio que hoy genera en mi vida esta noticia.
Un abrazo, Sheisan
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