En los últimos días he estado poco informado por asunto de salud, pero he sentido la preocupación de muchas gentes por la publicación de la revista Vogue y la basura en Samaná. Le comenté a mi compadre en uno de sus artículos: que siempre he escuchado que toda publicidad es buena, ¿y será verdad eso?
En verdad al turismo en nuestro país (R. D.) le puede afectar cualquier información mal intencionada a nivel internacional ya que la competencia es fuerte y el turismo es frágil. Pero en estos momentos de pandemia donde la economía global aún no ha arrancado y el turismo esta frisado, creo que sí, que cualquier publicidad es buena, siempre y cuando sea mentira y el país tenga la capacidad de aclarar y demostrar que lo dicho es no es verdad.
No quiero llover sobre mojado con este asunto de la revista, solo voy a compartir un cuento que está relacionado con el tema y lo escribí hace unos años y el mismo es parte de mi próximo libro titulado: “EL FIN NATURURAL, la naturaleza cobrará los errores de la humanidad”, el cual pienso lanzar a final de año. Aquí le va:
Los inversionistas
La compañía pesquera más grande del mundo decidió expandir sus negocios y diversificarlos.
Parte de sus grandes capitales iban a ser invertido en el sector turístico y con esa visión se fueron a una media isla del caribe que tenía un gran baratillo y compraron una gran extensión de terreno (con playas incluidas e inmunidad judicial) a precio de cabeza de arenque de las que ellos botaban en su compañía.
Aquellos terrenos poseían una belleza sin igual, era como una obra de arte pintada por la misma naturaleza durante siglos, allí se levantaría un enorme complejo hotelero sin tomar en cuenta al pintor de aquel hermoso paisaje.
El lugar era envidiable, poseía hermosas playas de arenas blancas, ríos cristalinos y algunos subterráneos, bosques húmedos y bosques secos, era una gran expresión de la biodiversidad.
En donde no había playa estaba decorado de una gran cantidad de manglares, sobre todo el rojos que bordeaba gran parte de la costa.
No analizaron mucho y de inmediato se iniciaron los trabajos de construcción o mejor dicho de destrucción para la naturaleza, sin hacer estudios de impacto ambiental, de uso de suelo, ni de nada requerido, aunque si tenían los permisos de cada uno de ellos para los trabajos a realizar.
El encargado del proyecto era un hombre alto, fuerte, de piel blanca, pelo rubio y nariz perfilada, le llamaban Mr. Derbys, no pronunciaba bien el español pero era el único fallo que tenía, porque en todo lo demás sabía más que todo el mundo, quizás porque era hijo del presidente de la compañía inversionista; él se había propuesto construir adicional el club náutico más impresionante jamás visto, era una sorpresa que quería darle a los inversionistas del proyecto en especial a sus padres cuando se inaugurara y de inmediato ordenó devastar toda la zona de los manglares para dicho proyecto.
Por accidente o providencia divina un grupo de conservacionistas se enteraron de tal atropello contra la naturaleza de aquel hermoso lugar y de inmediato dieron la voz de alarma y todos los medios de comunicaciones de aquella media isla se hicieron eco de la denuncia y el proyecto se detuvo por espacio de media hora.
Los conservacionistas se reunieron en varias oportunidades con Mr. Derbys y le explicaron lo importante que era para los peces y la biodiversidad marina preservar esos manglares en aquel lugar, pero no escuchó y solo los acusó de vagos y aseguró que eran unos estorbos para el desarrollo que ellos estaban haciendo en aquella media isla que pronto pasaría de un país de tercer mundo a un país de primera.
La ingeniería civil se impuso una vez más sobre la ingeniosa naturaleza y sobre aquellos que tratan de protegerla. La vegetación fue cambiada bruscamente en aquel lugar por el acero y el concreto.
Muchísimas especies se redujeron o desaparecieron de la faz de la tierra gracias a una gran inversión, pero de valores.
Los logros del proyecto turístico llamado Pro-Naturaleza dirigido magistralmente por Mr. Derbys llenaron de orgullo a los inversionistas quienes en poco tiempo después de la inauguración estaban recibiendo grandes beneficios.
PRIMER FINAL:
Pero surgió algo inesperado, la compañía pesquera más grande del mundo se fue a pique teniendo pérdidas multimillonarias, se vieron obligados a arrumbar la flotilla de barcos pesqueros y lo peor de todo, para poder liquidar los miles de empleados de la pesca tuvieron que vender el complejo hotelero con todo y club náutico.
La familia Derbys y demás socios se vieron en la ruina de la noche a la mañana, solo por no escuchar a los vagos y estorbosos conservacionistas que trataron de explicarle que muchas de las especies marinas que se capturan en gran cantidad en los países frívolos se reproducen en el trópico y un cambio drástico de cualquier ecosistema del mundo puede afectar gravemente a otros, aunque estos estén a miles de kilómetros.
SEGUNDO FINAL:
Las ganancias fueron tantas que la empresa continuó invirtiendo en el sector turístico en todo el trópico, aprovechando los grandes baratillos y transformaron todos los paisajes naturales de la región de los países en desarrollo,
Los países no llegaron a desarrollarse a pesar de las inversiones, los grandes capitales viajaban rápidamente buscando el frio, los únicos recursos verdaderos que tenía la región del trópico fueron transformados en papel moneda, depositado en las bóvedas de los bancos mundiales.
La gente de la región laboró durante un tiempo, sobreviviendo con menos de dos dólares al día, hasta que las edificaciones lo permitieron, luego que volaron los capitales la ruina fue absoluta y la naturaleza aun agoniza junto con sus habitantes.
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