Uno de los temas que más me apasionan y que por lo tanto tiene mucha importancia para mí es: la conservación de la naturaleza. Por esa razón soy parte del Grupo Ecologista Tinglar, Inc. desde cuando Cuca bailaba.
Me preocupa en gran manera la tala de los bosques en las Sierras de Bahoruco y Neyba para hacer carbón y trasladarlo hacia Haití y desde allí a otros lugares del caribe y hasta lugares del mundo que uno no se imagina, por la gran calidad que tiene nuestro carbón.
El carbón vegetal de esta zona es muy bien valorado en algunos lugares turísticos para cierto tipo de parrilladas y comida cocida con el mismo, somos una marca país en materia del carbón vegetal, pero sin autorización oficial, ya que todo esto se está haciendo clandestinamente (aunque todo el mundo lo ve y lo sabe).
Nuestro vecino país de Haití, tiene una necesidad real de consumo de carbón para poder sobrevivir, eso se entiende, nadie puede negarlo, ni cerrar los ojos delante de esa dura realidad, pero no puede ser a costa de nuestros bosques y sobre todo de nuestras plantas nativas y endémicas, si eso sigue como va muy pronto será perjudicada la producción de agua en la isla de Santo Domingo.
Se debería abordar este tema con mucha responsabilidad, sobre todo desde el estado dominicano y crear incentivos para la creación de fincas energéticas e industrias de producir carbón para suplir esa necesidad de nuestros hermanos haitianos y otras demandas del producto en las Antillas menores, mientras a la vez se va desmontado el uso de carbón en Haití, para crear la costumbre del uso de estufas que usan GLP, para que se reduzca al máximo el uso de carbón vegetal en nuestra isla.
Se debería hacer un gran proyecto que involucre los moradores de Neyba y Bahoruco y algunos poblados fronterizos del lado de Haiti. Un plan de manejo y uso de los recursos naturales de esas dos sierras las cuales han sido afectadas gravemente con la tala indiscriminada, pero todo esto se debería hacer con la mayor transparencia posible, de una forma legal y todo regularizado por el estado.
Según datos de expertos en economía, actualmente de forma clandestina se está haciendo mucho dinero con esta actividad ilícita, es decir: un pequeño grupo de vivos se enriquecen, mientras están provocando la muerte de muchos pobres.
Se sabe que en este negocio se están moviendo millones de dólares sin ninguna supervisión, sin ningún plan de manejo y sin ninguna planificación desde el estado dominicano. Tampoco hay beneficios de ninguna índole para la Republica Dominicana quien está cargando con el costo ambiental que tarde o temprano la naturaleza nos puede cobrar con terribles consecuencias, como ha sucedido en otras ocasiones en otras regiones del mundo.
Con un programa bien diseñado de fincas energéticas con un uso racional y eficiente de los recursos de la zona, habrá en esta zona fronteriza una nueva fuente de empleo tan necesaria en esta franja de pobreza y será un verdadero aporte de nuestro país a nuestros hermanos del oeste de la isla.
Si a la vez se combinara con un programa ambicioso de reforestación que empiece en las sierras de Bahoruco y Neyba y poco a poco vaya arropando todo el territorio haitiano, usando tecnologías de punta, replicando los excelentes resultados que han tenido los expertos de Israel (adecuándolo a nuestra realidad), sería un verdadero renacer para nuestra hermana nación con la cual compartimos la isla.
Recordemos lo escrito en nuestro escudo nacional: Dios, Patria, Liberta, República Dominicana, en ese mismo orden deberíamos actuar todos los dominicanos para el bien de la patria grande, desde la patria chica.
Olvidémonos de rencores, de racismo, de la discriminación económica y socio-religiosa y pensemos en el bienestar de nuestros hermanos que hablan creole, el cual será también el bienestar de toda la isla.
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