Me he enterado por los medios y por algunos colegas del grupo Ecologista Tinglar (del cual soy Vicepresidente desde hace varios años), que la laguna Cabral o Rincón se encuentra al borde de la extinción, con el 1% de su capacidad máxima de agua en los últimos 50 años.
Como algunos saben este es el cuerpo de agua dulce de mayor importancia en la isla de Santo Domingo o La Española, dándole vida al sur profundo una zona que es casi desértica.
De esta laguna dependen muchos poblados alrededor de ella, en la pesca, en la agricultura, la ganadería, entre otras actividades económicas.
El grupo Ecologista Tinglar ha desarrollado multitud de proyectos en esta área, tratando de que se aproveche el potencial eco turístico de esta zona, pero la inversión estatal y privada ha sido muy baja, casi nula.
Aprovecho el momento para mostrar un resumen de algunas actividades que hicimos como ONG hace casi catorce años, aquí le dejo:
Estábamos en la Laguna Cabral los días 11 y 12 de noviembre de 2006 en el Taller de Conservación de Humedales, facilitado por algunos de los miembros del grupo ecologista Tinglar. Había participantes de las comunidades de El Peñón, Cabral, La Lista y Cristóbal. La teoría se impartió en Cristóbal y contó con una gran asistencia.
El taller trataba acerca de los humedales y estuvo apoyado también por la Sociedad Ecológica de Barahona.
El domingo 12 nos reunimos en La Lista para hacer el trabajo de campo, allí nos ayudó mucho Cristian un hombre que tenía 19 años viviendo en la zona y poseía muchos conocimientos sobre la laguna los cuales compartió con nosotros.
El objetivo de la excursión era observar detenidamente la fauna y la flora de ese gran humedal que algunos llaman Laguna Rincón. Frente al cementerio de La Lista hay un sendero el cual fue el recomendado, la primera parada la hicimos frente a un mangle botoncillo que estaba en terreno firme, observamos muy bien sus hojas, el fruto pequeño redondo y poroso, sus raíces diferentes al mangle rojo que sobresalen como en forma de zancos.
A pocos metros el suelo había cambiado y era más flexible, tanto que a varios de los participantes se les hundieron los pies cubriendo sus calzados totalmente. Como nadie andaba con botas de goma que les llegaran hasta las rodillas decidimos salir y tomar otro sendero, al dar un giro de 180 grados nuestra vista fue robada por la imponente Loma de la Ho.
Mientras caminábamos a la orilla de la carretera vimos una Cuyaya posando en una Bayahonda, se veía hermosa, un poco después Bolívar nos enseñó el Cundeamor y me propuso un baño para que cambiara mi suerte, luego Rafael nos mostró un árbol que se llama Papelillo.
Antes de entrar al otro sendero se nos mostró el Cagüey un árbol endémico de la isla miembro de las Cactáceas, familia que tiene una mala fama porque no permite que extraños se le acerquen. Es el único cactus maderable que existe en nuestra isla y que ha sido muy explotado en esta zona para fabricar sillas, mecedoras y huacales. Esta planta también la usan para remedios y últimamente se está estudiando la posibilidad de que quizás sirva para el crecimiento del cabello, ya que los cargadores de Cagüey tenían un sello muy particular el hombro lleno de pelos justo en lugar donde cargaban la madera.
Tomamos el otro sendero y la referencia era: árboles por todos lados. A los lejos, de inmediato vimos un Playero Solitario y luego cerca de nosotros vimos a un Bubú, así le dicen a las libélulas. Cuando estábamos casi al borde de la laguna observamos un precioso charco que parecía hijo de la laguna, entre el medio de ambos una vegetación y a la derecha un arbusto de Campana.
Luego observamos un Playerito Solitario escoltado por tres Playeritos Corredores que efectuaban un bajo vuelo. Al fondo de la laguna un prolongado cerro imponente y sólido que parecía el protector de aquel hermoso lugar.
El paisaje de aquella zona cercana a la laguna es impresionante, nos relata la existencia de millares o millones de seres vivientes de los cuales el ser humano depende para su supervivencia, me impresionó mucho la inmensa cantidad de caracoles de diversos tamaños que había en aquella área alrededor de la laguna, también observé pequeñas biajacas disecadas como esperando que alguien fuera y las estudiara más a fondo.
Próximo a la laguna una gran colonia de mangle Botoncillo que parecían estar de fiesta bailando la melodía que soplaba el viento, no sé si era bachata o bolero pero ahí estaban moviéndose cadenciosamente.
De salida nos despidieron una Garza Real y un Guincho. En su mirada observé que querían que regresáramos pronto porque habíamos sido muy respetuosos con su ecosistema.
|