Ella y su madre esperaban sentadas en una mesa del restaurante. Estaba nerviosa. Ese día su madre conocería a su novio de la universidad y ella conocería a su futuro suegro.

Fue amor a primera vista. A pesar de la diferencia de tres años que había entre ambos se habían enamorado perdidamente el uno del otro, llegando a consumar su amor en más de una ocasión.

Alguien ingresó por la puerta del restaurante. Ella lo reconoció de inmediato.

-Ya está aquí –le dijo a su madre-. Iré por él. ¡Por favor no me avergüences!

Se levantó y salió al encuentro de su novio, a quién abrazó y dio un cálido beso en los labios.

-Buenas tardes, soy el novio de su hija. Es un placer conocerla –dijo mientras extendía la mano a la madre de su novia.

-Lo mismo digo –dijo su futura suegra estrechándole la mano.

-¿Dónde está tu padre? –le preguntó su novia.

-Ya vendrá. Se entretuvo buscando dónde estacionar.

En ese momento su padre entró por la puerta del restaurante.

-Lamento la tardanza –dijo acercándose a la mesa-. No encontraba donde…

Ambos padres se miraron atónitos.

-Mamá, ¿pasa al…?

-¿Dan? –dijo la madre interrumpiendo a su hija.

-¿Judith?

-Papá, ¿la conoces?

Hubo un incómodo silencio por algunos minutos, hasta que el novio decidió romperlo con una pregunta.

-¿Qué está pasando? –preguntó. Ambos padres volvieron a verse.

-¿Se los dices tú o se los digo yo? –preguntó Dan a Judith.

-¿Decirnos qué? –preguntó intrigada la novia.

-Hija… –dijo Judith señalando a Dan- te presento a tu padre.