Es el día en que vuelvo a estar entre líneas, donde vuelvo a esos caminos sinuosos antes ya tan explotados, y ahora siempre difusos. Encontré lo que buscaba, y me mantuve ausente, como faltando a mis principios, flotando como me ha sido posible.
Mucho y de todo ha ocurrido, después de estas jornadas en espiral de caída vertical. Me he perdido en la ausencia de la mansedumbre de quien ha encontrado su destino, nada más lejos de la verdad. Las cosas que predije han ocurrido, más crudas y más dolorosas, más tardías y más inadvertidas también.
Cuando un padre se ahorca y una madre se convierte en un cadáver a causa del cáncer, que también germina en ti, las cosas cercanas dejan de ser tan abstractas, para volverse absurdas, reales y además tangibles, pero al mismo tiempo surrealistas, lacerantes, dejando honda cicatriz en cuello, pecho y pierna.
Y sigo aún a pesar de todo ello, en esa pausa inconclusa que aguarda por mi, por ese encuentro que aún a la lejanía espera por mi nombre, y también por mis cenizas. Dentro de poco llegaré, sino es que antes, a un sitio donde la chispa que mueve todo y todo significa, se apague, sólo para dar vida a una nueva semilla, a un nuevo fruto, a un nuevo camino que no se me parezca en lo absoluto, donde nadie sepa estuve ahí, meditando entre susurros, dudando de todo lo que nunca fui. |