Reflexiones de domingo

Dada la profusión de opiniones, teorías, protocolos y productos mágicos para la cura del covid 19 llegó el turno de mi apreciación con el mismo rigor científico de los infectólogos, virólogos y periodistas con inquietudes.
Intento emular a serios profesionales con matrícula en el extraño arte de la opinión.

Considero que para informar sobre un determinado tema no se necesita especialista en el tema, se necesitan comunicadores.

Noto la escasez de ellos al tiempo que aparecen miles de médicos con sus especialidades hablando de estos temas. Lo más curioso es que generalmente exceden su especialidad y opinan de cualquier cosa que se les pregunte. En su vademécum personal no existe la palabra no sé, se largan y listo. Sus opiniones no son médicas, son políticas, deslumbrados como cualquier cholulo vernáculo cuando se enciende una cámara. De dialogar con tubos de ensayos al púlpito de la pantalla chica.

Con los años adquirí los hábitos propios de los que pinta canas de dialogar con la tele, un ejercicio pavoroso que no puedo evitar hacer.

Afortunadamente el espacio escrito me permite decir las cosas con un sentido un poco más productivo, tal vez a alguien le llegue.

Es por esto que estoy aquí con mi solución a la pandemia. Tengo la vacuna, y no sabemos que la tenemos.

La explicación no necesita de fases, placebos, grupos y otras paparruchadas.

En el caso del virus que nos tiene a muchos encerrados les diré que al no tener cura es el propio organismo el que se defiende en un determinado tiempo que genera los anticuerpos necesarios para la expulsión de los bichos del organismo.

Una vez superado el mal trance la mayoría de las personas se recupera y tiene inmunidad, no de rebaño, sino sus propias defensas para soportar otra embestida del virus.

Una de la primeras medidas que se probaron para combatir la epidemia fue la de utilizar plasma de los recuperados para transfundirlos a los enfermos graves.
Señoras y señores, como se llama a este procedimiento: VACUNA

No es ni más ni menos que inocularle en su flujo sanguíneo una batería de anticuerpos que curaron al donante del plasma y que va a realizar lo mismo en otra persona.

A diferencia de los tratamientos actuales, lo que propongo es que se los “vacune” con plasma a las personas sanas para evitar que se contagien dando el tiempo suficiente para que los propios organismos terminen de elaborar los anticuerpos que los protejan del virus.

Es lo más fácil y efectivo que esa suerte de carrera medicamentosa para alcanzar la inmunidad.

La masa crítica de recuperados admite la “elaboración” de compuestos plasmáticos con grandes alcances.

Después no digan que no les avisé