Siempre he amado a la naturaleza. Me encanta caminar por los bosques y deleitarme ante la magnificencia de los árboles centenarios. También disfruto de este lago AZUL que tengo la suerte de ver todos los días ya que vivo en un lugar privilegiado.
Todo a mi alrededor es maravilloso, por ese motivo, mi MIEDO a perderlo ha sido un infierno para mí. Pensar que este paraíso será devastado sin remedio me provoca una gran desolación.
Y es que el ser humano parece decidido a destruir todo lo que encuentra a su paso.
El Amazonas, por ejemplo, se halla en manos depredadoras, los mares ya no resisten la creciente contaminación, los animales ven arrasados sus hábitats y algunas especies están en vías de extinción.

Durante años intenté que los integrantes de esta página literaria tomaran conciencia de la realidad, pero muy pocos se han hecho eco de mi preocupación. Pasaron veintidós años y siguen ignorando lo que ocurre.

Asisto regularmente a talleres de espiritualidad donde trato de encontrar la paz perdida. Aprendí técnicas de relajación, he conseguido nutrir mi alma y tuve la oportunidad de escuchar a mis maestros espirituales.
Al relacionarme con otros que piensan como yo, comencé a vibrar en armonía y se ha generado en mí una profunda revelación.
Mis capacidades dormidas comenzaron a DESPERTAR.

Somos muchos y nos sentimos empoderados gracias a la energía del Universo.
Pocos conocen la inmensa fortaleza que poseemos para hacer realidad nuestros deseos.

Con el poder de la intención hemos creado el virus del que todos hablan. Nos gratifica ver cómo se propaga con facilidad.
Es nuestra mejor CREACIÓN, y a pesar de que están desarrollando varias vacunas tenemos confianza. Algún día, esta PANDEMIA u otra peor acabará con los humanos.