Inicio / Cuenteros Locales / Mitacuentos / La pesca de la sepia
Él le gustaba. Había sentido la tensión sexual el 1 de Octubre cuando se reconocieron mientras esperaban la posible carga policial.
Los primeros meses su cabeza le llevaba a él más de lo deseado. Pero ayudó que él tuviera "pareja quincenal". La energía se transformó. Pau se había convertido en el primer amigo en tierras catalanas y alguien de confianza para un roto y un descosido.
La red en Arenys empezó a dar frutos: el Snorkelig, las JAMS en EL CELLER y los ensayos con DPedir la tenían recentrada y feliz.
"¿Te vienes a comer una sepia? Así no repito de plato mañana…”-le había propuesto Laia.”
Esas Navidades Pau se había convertido en el "hombre-APUNTE". Su casa, el monasterio ZEN para la concentración y los cuatrimestrales los regalos de Reyes que le llevaban al aislamiento y a la soledad.
Tras compartir la Sèpia y la fruta tropical que él había traído, de repente, Laia se reconoció una sonrisa camuflada mientras le escuchaba e intentaba disimular. Pau se había abierto en canal; le había contado largo y tendido el fin de su historia con Gemma.
Dos semanas después despertaron bajo las mismas sábanas de franela.
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Texto agregado el 17-08-2020, y leído por 39
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