El fluir de lo incondicional
Tengo dos hijas de seis y cuatro. Son listas, muy listas!
Con Laia, la mayor, no tengo problemas cuando cogemos el ascensor. El elevador no sube si sólo aprietas el número correspondiente. Antes o después tienes que darle a una palanquita. La verdad es que no acabo de pillarlo cuando voy sola, así que opto por coger las escaleras. Laia siempre lo resuelve. Me gusta verla tan resuelta.

Amaia me quiere.
Lo siento a diario.
Nos tenemos esos pequeños detalles que permiten fluir y que desde fuera, sin verse, fácilmente se reconocen.

No me gusta salir a potear(1) pero hoy la he acompañado. El codo de tenista también ha venido con nosotras; cuando las pequeñas me cogen de las manos, tiempo le falta para hacer de las suyas.
La contractura del cuello no mejora y ayer me constipé en la playa. Estoy hecha un cromo y las ganas de volver a casa tardan poco en aparecer.
Amaia se ha percatado y sin decirle, se despide y regresamos.

Sin embargo, el reencuentro con la cama llega un poco más tarde. Kolorintxu (2), mi gata, se ha vuelto a escapar. Enara, subió por las escaleras y al abrir la puerta...ospa egin zuen Kolorintxuk!
La otra lista que faltaba.

La veo a cincuenta metros del portal. Me mira pero tiene ganas de juerga, sube el muro y se mete entre las hierbas.
Es habitual que salga y corretee, pero yo me angustio cada vez que ocurre. Temo perderla, pero la siento tan feliz en libertad, que las puertas de casa siempre están entreabiertas.

Amo a esta felina. Amaia siente que la quiero más que a ella.
Será que la gata llegó antes.
Será que a Kolorintxu siempre la querré y ella siempre estará...

Así me despierto hoy, agitada por el sueño que acabo de contaros.

1. Potear: Acción de ir a tomar “potes” (cervezas) de bar en bar en el País Vasco.

2. ...ospa egin zuen Kolorintxuk! En Euskera:

Kolorintxu se escapó!