El buen Casimiro, vago de profesión, recibía la suave brisa proveniente del mar, la arena de la playa era suave e invitadora para caminar por ella. En estado de felicidad cantaba: “vamos a tronarle las patas a Pacheco”. Se preparó un reconfortante y delicioso porro.
Al terminar de tronársela, en paz con el mundo, se encuentra una lámpara de singular aspecto. La recoge y sin saber por qué la frota:
Aparece un genio mal encarado que le dice con voz tronante:
—Casimiro, por haberme liberado te concederé sólo un deseo, pero piénsalo bien.
¡Vaya susto! Hasta el efecto de la yerba se le pasó, con el miedo reflejado en la cara dice:
— Mi deseo es: “qué te vayas a re-chingar a tu madre”.
Encabronado el genio se va a cumplir con el encargo (la ley de los genios) y Casimiro con lágrimas en los ojos reza: ¡Ay Diosito! Te prometo ya no fumar de esa cochinada.
Texto agregado el 06-08-2020, y leído por 51
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Lectores Opinan
11-08-2020
Una versión diferente al cuento tradicional Muy bueno. Heraclitus
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