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CAMISÓN AZUL


(Ella):


Despierto y abro perezosamente los ojos. Al momento siento correr restos de tu esencia tibia dentro de mí y los labios adoloridos me recuerdan el enloquecido frenesí de la noche anterior. Trato de levantarme, pero estoy prisionera. Con suave movimiento descuelgo tu pesado brazo de mi cintura y retiro tu pierna de oso que cubre mi cuerpo, apropiándoselo. Nuestros cuerpos desnudos -uno junto al otro- contagian la temperatura de la habitación y es cálida. Noto mi cabello ensortijado enredado en la almohada y al alisarlo hallo el pañuelo con el que me trencé una moña para que mi melena no te asfixiara y por tanto permitiera mirarnos al recibir y responder a los besos y caricias mutuas desbordadas.

Levemente incorporada dejo vagar mis pensamientos por entre las montañas que a lo lejos veo a través de las cortinas del balcón. En eso tocan con suavidad a la puerta. Es el botones que trae una jarra de agua, una bandeja con frutas y una botella de champán pedidas desde la noche anterior que deja a la entrada, marchándose discreto y en silencio.

Como puedo -y tratando de no despertarte- me deslizo con sigilo fuera de la cama y recojo del piso el fino camisón azul que anoche -sin miramientos- desechaste en tu afán por poseerme, y me voy hacia el baño donde tomo una rápida ducha y me lavo los dientes. Al salir tomo lo que nos dejó el botones en la puerta y lo llevo todo a la mesita del café. Me acerco al balcón y abro con sigilo la ventana corrediza. El sol tibio y madrugador es el primero en abrazarme, mientras el viento fresco entra sin pedir permiso, mezclándose limpio con el vapor enrarecido de la habitación. Sobre la mesita hay también un termo pequeño y dos pocillos limpios. Me vuelvo allí y me siento. Sin prisa me sirvo un tinto cuyo aroma tostado despierta mis sentidos y luego de beber un par de largos tragos, me abrazo a mí misma con fuerza para no dejar que escape la insondable sensación que me embarga la aventura vivida. Me estiró sobre la silla y empiezo a recordar.

Anoche nos ahogamos en placer: si no tu boca fue la mía; si nos tus manos fueron las mías recorriendo, ya tu cuerpo, ya el mío; si no mi boca sedienta fue la tuya, y a cuatro manos y dos bocas nos fundimos en un concierto de placer y de lujuria dejando en el ambiente gritos furiosos, risas cómplices, cosquilleos y caricias asfixiantes por doquier, hasta que exhaustos llegó el letargo y el sueño complacido.

Todavía siento el sabor quemante de tus besos en mis labios, en el cuello y en cada poro de mi piel, y sé -porque lo sé-, que tú mismo habrás de sentirlo igual. Volteo a verte y tu semi desnudez altiva y generosa enciende esa llama que no logro extinguir al estar contigo. Destapo el champán y para refrescarme dejo caer unas cuantas gotas sobre mis senos, los cuales se erizan desafiantes. Tomo directo de la botella un gran trago y a mi boca llevo con sensualidad una fresa que mis labios recorren y aprietan con ardor, acabando en un mordisco furioso. Con manos nerviosas acaricio mi cuerpo y llego a mi sexo enardecido. Mi mirada es ya un volcán que te observa desafiante. Despacio y mordiéndome los labios camino hacia ti con un celo primitivo que quiere devorarte...


(Él):


Despierto al sentir una repentina brisa fría y fresca que me eriza la piel. De inmediato, estiro mis manos ciegas buscándote, pero no te encuentro a mi lado. Ansioso y a tientas miro por entre la semi oscura penumbra de la habitación hasta verte volviendo del balcón. Nuevamente luces tu camisón azul de seda, el cual resalta vaporoso tu sensual figura de hembra bien dotada y tu cuerpo es un delicioso manjar en plena madurez. No era la primera vez que te veía así, más sí la primera sin que te supieras expiada y ajena a mi mirada.

Quieres servirte un tinto y me extasío en seguir paso a paso ese ritual calmado y despreocupado con el cual lo haces. Primero te sientas junto a la pequeña mesa dispuesta con dos sillas de mimbre junto al balcón. La sensualidad con la que cruzas tu pierna derecha sobre la izquierda es felina y delicada. Tus torneados y longilíneos muslos quedan a la vista, impúdicamente servidos para mis ojos, y el deleite al contemplarlos causa un leve rubor en mis mejillas que empieza a descender por mí vientre hasta llegar con vigor la entrepierna. Es luego tu boca, esa boca ardiente y sensual que desprendía fuego en la noche, la que ahora -sin agitación alguna-, veo cómo bebe sin afán y con deleite un rico y aromático café. Tus labios húmedos y entre abiertos son una invitación subliminal al beso y siento vivos deseos de hacerlo en este instante para probar ese oscuro néctar que ahora resbalaba por tu garganta produciéndote un repentino estremecimiento que te lleva a abrazarte como queriendo impedir que ese algo que te suscita la bebida no escape de tus entrañas. Después, arreglas tu ensortijado cabello y echas tu cabeza hacia atrás y te estiraras pensativa sobre la silla por un largo instante. A continuación, te enderezas y cierras tus ojos como reteniendo con fuerza algo profundo e íntimo que te sacude por dentro. Acto seguido, en un imprevisto movimiento, abres el champán y dejas caer unas cuantas gotas sobre tus senos blanquecinos, bebés un quemante trago y para pasar su sabor tomas una fresa y la pasas con lascivia por tus labios, hasta morderla con rabia inusitada. Tus manos liberadas por el deseo se descuelgan por tu cuerpo hasta llegar a tu encrespado sexo. Es, entonces, cuando siento tu mirada asesina sobre mí, y yo -inmóvil- apenas contengo el aliento ante el espectáculo que sin que tú lo sepas, desinhibida me brindas. No respiro. No parpadeo. No quiero romper el hechizo mágico que te embriaga y trago mi propia y pastosa saliva. Tus ojos son ahora dos grandes bolas de fuego. Te acercas insinuante como una gata en celo. Sé que vienes por mí, por tu guerrero que desde ya prepara su lanza erguida para recibirte con toda su fuerza en el ardiente lecho de mil batallas...


GerCardona.
Bogotá-Colombia. Agosto 3 de 2020

Texto agregado el 03-08-2020, y leído por 71 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
03-08-2020 Me encantó como dos seres que se aman,pueden plasmar toda la belleza de una cita compartida,en sus mentes. Una delicia,que disfruté plenamente***** Un abrazo. Victoria 6236013
 
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