Papá murió.
Antes de ese irremediable acto,
me incorporé a la mesa de sus amigos.
Sigo encontrándome semanalmente con ellos.
Bueno, con los que insisten en estar vivos.
Mi primera vez en la ceremonia, era chico.
Granos en la cara, inseguridades en el alma, timidez…
Todo eso.
Me ubicaron al lado de El Doctor.
En esa época, tal vez, el más respetado de los asistentes.
Legislador Nacional, Ministro de Educación, abogado de consulta.
Apenas comenzando a transcurrir la sobremesa, me habló.
A mí.
Todo un honor.
Me dijo…
“Vos porque sos joven
(con tono entre intelectual y tanguero)
pero enterate que a mi edad, solo nos exita el dinero.
Ahora me retiro a casa.
Bajo la cama tengo una carpeta con Dólares.
Con una mano voy a acariciarlos,
mientras con la otra, agarro el pito chiquito que me quedó
y me hago una paja”.

Lo miré a mi Viejo
(confieso, un poco asustado).
Papá no agregó nada al comentario del Ministro.
O sí,
pero sobre otro tema,
en el que estaban ocupados.