Se demoró el invierno en nuestra casa,
tal vez porque dejamos de reír,
y mientras se formaba una coraza,
la primavera no quiso venir.

El frío al instalarse hizo su nido,
y entre rutina y tercos sinsabores,
anduvo por un tiempo ya perdido
donde antes habitaban los amores.

Con la desolación que trajo el viento,
la vida echó a rodar como podía
desde la pesadumbre hasta el fracaso.

Nadie quiso espantar a ese rechazo
que testarudo vino cierto día
para darle final a un triste cuento.