LA MEMORIA EN DONDE ARDÍA.
/Serán cenizas/
Los viajes en avión llevan consigo el imaginario del destino elegido. Casi siempre también, las cuestiones que se portan - no sólo en la valija- sino en la piel. Esas marcas con las que se asumen las horas del vuelo, embebidas en búsquedas, muchas veces erráticas y sin precisiones, pero no exentas de expectativas.
Norma me contó uno de esos itinerarios impresionantes por el objetivo a cumplir: el póstumo deseo de Tilka, su mamá, de que sus restos descansaran en su lugar de nacimiento: Lipa, Eslovenia.
- Mamá tenía cuatro hermanos varones y tres hermanas mujeres. Vladimiro, Mirko para la familia, era el más cercano por la edad. Nacido en 1907 y mamá en 1908, pero había empatías en las maneras de ver y encarar la vida.
- ¿Mantenían algún contacto a pesar de la distancia?
- Se carteaban a menudo, y no sólo eso, hablaban frecuentemente por teléfono. Uno de los temas recurrentes era el deseo de que – en su momento- los restos de mamá fueran a Lipa.
- ¿Mirko viajó a Buenos Aires?
- En1992 nos hizo una visita, quiso ir al cementerio. La tumba de mi papá ya no estaba, la de la tía Milka era un nicho, pero el lugar le causó muy fea impresión. Le pareció muy feo por lo desolado, plantado en grandes dimensiones, desprovisto de calidez. En Lipa las tumbas están en el pueblo, detrás de la Iglesia. Allí descansan no sólo mis abuelos sino toda la familia Kavcic. Una junto a la otra, abrigadas por el cuidado cercano. Mirko fue quien se ocupó de preparar el lugar, la tumba familiar, para cuando llegara el momento,
- Vos y Choqui conocieron el pueblo, parte de la familia y la casa natal de tu mamá allá por los ochenta.
Esta historia empezó hace tiempo, transcurrió en la vida de unos cuantos, y no hace tanto en una sobremesa navideña se manifestó relevante para quien esboza estas palabras y también para quien manifestó su deseo de mantener un registro del acontecimiento, ya que una vez, en su regreso de Lipa, intentó infructuosamente relatarlas y no pudo : “un poco porque las emociones habían sido muy fuertes, aún muy latentes en una cercanía que impedía elaborarlas y otro poco, por tu hermano, que acaparó la conversación”.
Quizás el tiempo y la distancia hicieron que el tema se renovara con mayor ímpetu, a lo que se ha sumado mi proyecto de una recorrida por la región que algunos historiadores han dado en llamar Balcanes Occidentales.
Viaje que implicó mediante cálidas gestiones familiares, la inclusión de dos pueblos: Lipa y Temnica, en Eslovenia. También la visita a Berti y DorI en Sezana.
El vocablo Balcanes es un derivado de Balkan que significa montaña, y que responde a su variada geografía.
Quien teclea estas cuestiones ha elegido a Norman José para que sume detalles en esta historia, ya que ha sido parte significativa y palpitante de ella. No lo dejará sólo, lo acompañará puntualmente cuando sea necesario. Allá vamos.
/ Mas tendrán sentido /
Como lo ha querido la Tía aquí estoy: me llamo Norman José. Aunque en realidad para estar más afín con estos tiempos, soy un indocumentado. Hay quienes dicen que fui un intento fallido pues aseguran- sin fundamento valedero que era un varón, otros afirman que desde 1941 ando por el mundo travestido como Norma Josefina. En realidad, ni existo ni nací, pero puedo afirmar que fui, quizás soy, algo así como un fantasma que vagabundeó muchos años de la mano de las fantasías de los Skabar-Kavcic. Quien me ha elegido siente gran afecto por mi aparente ficción, pues le ha permitido el reconocimiento que le hace posible sobrevolar por algunos caminos con cierto donaire. .
Vamos a pegar un salto de ida y vuelta, hacia mares que nos separan de otro continente, ingresando por el que se llamó Mare Nostrum, y hoy conocemos como Mediterráneo, cruzaremos el Mar de Liguria y el Tirreno para alcanzar el Adriático que baña las tierras que nos ocupan, sino que daremos una vuelta de tuerca en segmentos entremezclados, en destinos temporales cruzados, pero también descruzados de a ratos.
Cuando aparece esa señora muy blanca, muy más que la nieve fría, como dice el Romance del Enamorado y la Muerte, esa blanca figura señorial y oscura, jodida como pocas, porque por un lado nos obliga a tomar decisiones duras y difíciles en connivencia con quienes - en vida - tuvimos relaciones profundas, embebidas en tonalidades contrapuestas, buenas malas peores siniestras afectuosas mentirosas, ni tanto ni tan poco; y por otro, en la inmediatez, nos crea un menjunje de contradicciones que mañana lloramos, hoy sentimos alivio, pasado nos olvidamos, unos días más se reflotan; nos sacuden con sus pros sus contras, sus menos y sus más .
La geopolítica de este relato es complicada. Abarca desde los orígenes austrohúngaros de un pueblo llamado Temnica o Temenizza, según quien lo pronuncie, que luego -después de la 1ra.guerra mundial- quedó bajo la influencia de Mussolini, se enredó de varias formas con la 2da.Guerra mundial, hasta sumarle los sucesos y efectos de la controvertida postguerra, y terminó complicándose en los variopintos entreveros bélicos que se llamaron guerra de los Balcanes. No fue una, fueron varias y con diferentes entornos y contornos. Suman muchos años de acaecidos sociopolíticos difíciles, contradictorios y la mayor de las veces paradójicos. Aunque si se escuchan las voces de quienes fueron parte de los tiempos de la Confederación Yugoslava, cuando hablan de “La Guerra” hoy, hablan de los trágicos sucesos acaecidos entre 1991y 1995, y la nombran así La Guerra, ni la primera ni la segunda ni nada, ”La guerra” esa que terminó con una paz firmada en los acuerdos de Dayton, pero en la que todos coinciden, es una paz agarrada con alfileres, una paz en la que aseguran están viviendo sobre un polvorín que en cualquier momento puede estallar. Serbios, bosnios, croatas, albaneses, herzegovinos, montenegrinos, eslovenos, fueran católicos, ortodoxos, judíos o musulmanes, compartían todo, hasta que un propulsor de las causas nacionales, sumando etnias y religiones, quebró la armonía. Aún y a pesar de los resultados de los Tribunales internacionales condenando algunos acaecidos y responsables, la herida no ha cicatrizado y sigue sangrando. No hay un solo lugar en el que si uno profundiza el tema, no afloren reflexiones similares, o lo que es peor se silencia subrepticiamente creando un caldo de cultivo temible, ese que les hace presentir que pueden volar por los aires con mucho donaire. Croacia y Eslovenia fueron los artífices del quiebre de la confederación. El capitalismo metió esa cuña que envenena realidades con promesas fatuas, taladrando incertidumbres y ambiciones. Los adultos más o menos añejos siguen añorando los tiempos de Tito, los jóvenes están envueltos en una maraña sumamente difícultosa, que además privó de la vida a muchos de ellos en “La guerra”, les cambió la vida a otros, y les complicó la existencia a la mayoría.
En julio de 1905 - en Temnica- nació José Skabar, quien debió cumplir su servicio militar obligatorio como italiano, con su vecino y amigo Stanco Stantic. Juntos y solteros se vinieron a estas pampas, casi como evitando que los embretaran, alistándolos en la guerra de Abisinia, y finalmente consiguieron cobijo en una pensión de Palermo.
Otilia “Tilka” Kavcic, nacida en diciembre de 1908, era oriunda de Lipa, hoy República de Eslovenia, y llegó a estas costas en otro barco, portando un baúl – que aún vive – tallado en madera, lleno de imprescindibles, pleno de seguras expectativas, embebido en sueños esperanzadores, y acompañada de su amiga Ludmila.
/Polvo serán/
En Buenos Aires, José más conocido como Don Pepe y Stanco , al que algunos llaman “tío Stanco”, jóvenes casi treintañeros, apuestos, buenos mozos , con aires de conquista familiera, conocieron a sus chicas :Tilka y Gisela. Stanco era primo hermano de Tilka. Gisela aunque de otro pueblo, concretó su acercamiento a Stanco, cuyo nombre era Estanislao.
Las dos parejas Pepe y Tilka, Stanco y Gisela se casaron el mismo día de 1933, con una fiesta conjunta con todos los floripondios acostumbrados: vestido blanco largo, iglesia con alfombra roja, fotos postal, fiesta con clara impronta eslovena y cotillón de acuerdo a la época.
La guerra que ellos vivieron fue sin duda la Primera Guerra Mundial. Se luchaba en toda la zona en la que vivían, hubo que abandonar todo, casa y pertenencias varias, y trasladarse – el que podía - más al norte y por sus propios medios.
El padre de Tilka – mi abuelo- pudo alquilar una casa y mandar a los chicos a la escuela. Ella contaba que era una escuela de monjas muy exigentes, donde les enseñaban alemán -el idioma oficial-. Allí murió un hermanito, y se enfermó uno de los mayores, que -poco después- murió peleando en las trincheras.
Don Pepe fue llevado por el ejército, con otros chicos a una granja donde recolectaban manzanas. Recordaba que no la pasó tan mal, porque le “gustaban mucho las manzanas”, pero también que su mamá murió justo antes de la guerra y en el frente perdió un hermano.
Cuando regresaron a sus casas todo había cambiado, había mucha miseria, los campos estaban abandonados, el dinero había perdido su valor, y quedaron bajo la egida de Italia , obligados a hablar italiano en la escuela y en la misa.
El abuelo Kavcic visualizó que el conflicto no había finalizado totalmente y que se palpitaba otra guerra, conflicto bélico o un algo similar. Esta circunstancia lo llevó a permitir que Tilka dejara Lipa y viniera a nuestro país, pensó que era una manera que alguien de la familia se salvara.
Don Pepe oriundo de Temnica y evitando esas oscuras incertidumbres, se vino con su amigo a los veinticuatro años en la búsqueda de un futuro más promisorio aunque no menos dificultoso.
El 14 de octubre de 1936 nació la primogénita Irma, cuyo nombre salió de una novela: Gospodicna, Irma, pero a quien en familia, llamaron nada menos que Pupé, muñequita, lo que de entrada marcó cierto signo quizás no de favoritismos, aunque si de reiteradas exaltaciones. Siempre linda, buena y superinteligente para los ojillos de sus padres.
El 15 de marzo de 1941 reaparecí yo, esta vez me esperaban alborozados, visualizando un embarazo super distinto y muy exultante, afirmando sin dudas que era, no iba a ser, era un varón, para lo cual para qué iban a pensar un nombre de nena, si ya tenían una Pupé.
Mamá Tilka siempre pensó que con el deseo, la fe, y la voluntad todo se consigue, pero los hechos indican que ni es así, ni mi frustrado nacimiento podía afirmarse que era un varón, aunque así se lo aseguró.
Los deseos transfigurados en fantasías, con resguardos culposos, arman los desbarajustes familiares que se arrastran complicando las relaciones.
Así reaparezco en mi versión travestida, pero no menos real ni valedera, a quien en un desborde de genio, en lugar de Norman José le pusieron Norma Josefa, pero como les pareció duro y no muy agradable, lo transformaron en Norma Josefina.
Don Pepe quería un varón – es cierto- aunque nunca tuvo problemas con sus niñas, pero cuenta la leyenda que en muchas familias eslovenas el poder y la responsabilidad lo tenía la mujer y también la culpa.
Aquí yo, Norman José me despido, aunque la mano que me sigue sabe mucho más que yo.
/Más polvo enamorado/
En el año 1969, papá y mamá, Don Pepe y Tilka, hicieron su viaje a Eslovenia, y Milko fue quien los llevó, no sólo a visitar a todos los parientes, sino también a pasear y conocer los cercanos y pintorescos Venecia y Roma. Vivieron muchas experiencias juntos, y el tiempo compartido estrechó esa relación tan cercana pergeñada desde la niñez.
También en 1989 mamá hizo un viaje con su sobrina Mari, después de la muerte de mi papá, y estuvieron compartiendo sus días en la casa del tío Mirko durante un mes.
El fuerte acercamiento entre hermanos se consolidó a través y a pesar de una considerable distancia geográfica, el teléfono era el medio más frecuente de contacto. Internet, wifi y Whats App eran productos de la ciencia ficción.
El tema recurrente era que pudieran compartir el destino final, quizás por efecto de vitales circunstancias no compartidas y cierto impuesto desarraigo del suelo natal.
El tío Milko preparó con todo el fervor afectuoso y previsor pensable, el lugar en la tumba familiar para él y su hermana.
Muy cerca de allí se visualiza una tumba con fotos de Otiljia 1872-1944 , Franc 1861-1945, mis abuelos maternos .En el mismo sitio figura Leopold 1910-1982 que se podría estimar que fuera el primogénito, pero es el hijo menor.
El tío falleció en 1995. Cuando muere mi mamá en 1998, se pone en comunicación telefónica conmigo, la prima Sonia, hija del tío Mirko. Ella conocía la voluntad de los hermanos y me avisaba que nos esperaba para cuando quisiéramos concretar las aspiraciones de su papá y mi mamá.
Fuí la encargada de hacer realidad los deseos de los hermanitos Kavcic.
/A esta altura de la historia es bueno preguntarse -aunque a lo mejor sin respuesta-, porque no fueron ambas hijas quienes concretarían tamaña empresa, pero Irma se quedó en su casa y Norma voló/.
Con todos los trámites pertinentes hechos en octubre de 1998, abordé el avión, portando la cajita con las cenizas de mamá en el bolso de mano. Me fui directo a la casa del primo Berti, en Sezana, ya que era el único con quien podía hablar en castellano y con el que había tenido una relación más directa. Él había vivido en Argentina donde además permanecen sus hermanos, Vicente y Mary. Todos hablan castellano en la familia de Berti, ya que, en función de su trabajo, vivieron también un tiempo en Uruguay, México y España.
Las circunstancias determinaron que se constituyera en un momento muy especial para todos. Berti y Dori, su compañera, estaban esperando a su hijo Bojan que venía de Belgrado con su mujer y dos niños pequeños, a instalarse en la casa de sus padres hasta conseguir trabajo, evitando los conflictos bélicos del momento.
Charla va charla viene, complicaciones más complicaciones menos, nos fuimos a Lipa, que se encuentra a treinta kilómetros de Sezana, a cumplir el objetivo previsto: llevar las cenizas de Tilka a la Casa 29 donde nació, en Lipa.
En ese momento, allí vivía Paula, la viuda del Tío Leopold. Ella se encargó de preparar en una habitación, una mesita con un mantel bordado, donde puso la urna, las velas pertinentes, un crucifijo sencillo, y las flores para que fuera la gente del pueblo a transmitir las condolencias acostumbradas. Todo esto hasta que se arreglara con el cura - quien va sólo los domingos- la misa y el ingreso en el cementerio de los restos, en ese lugar -previamente- no sólo preparado sino también asignado.
Todos los primos, familiares más o menos cercanos, y vecinos del lugar, se fueron comunicando y se hicieron presentes, pero yo al no conocer el idioma tenía una terrible dificultad de comunicación. Aunque había escuchado muchas de sus historias, y hasta a veces podía entender algo de lo que decían, carecía de la posibilidad de responder, ni un mínimo argumento, ni una sencilla y relevante palabra con la que poder quizás retribuir algo de ese afecto que sobrevolaba los sucesos.
La mayoría o casi todos desarrollan sus actividades en pueblos y ciudades cercanas que luego me llevarían a recorrer.
Finalmente llegó el día de la ceremonia duplicada, pues ya había tenido su contraparte con quienes vivíamos en Buenos Aires. Llevamos los restos a la Iglesia, portando flores cada uno dentro de sus posibilidades y deseos. Se celebró una misa en la que el sacerdote dijo unas palabras y fuimos aunando un sentir consagratorio, en procesión, hasta el cementerio. La urna la llevaba Franc, pues era el sobrino con quien mamá se escribía más asiduamente.
Allí la dejamos sintiendo que estaba en su lugar en el mundo, ya que vivió setenta años añorándolo, en primavera con sus flores y en invierno por la nieve, latiendo la presencia de una familia entrañable, sumando sus recuerdos de infancia y de su primera juventud, tantas marcas de vivencias prendidas como abrojo no sólo en su memoria, sino también en cada pedacito de piel con tinte a desarraigo.
Una vez terminada la ceremonia y según las costumbres, nos reunimos en un restaurante que todavía no estaba inaugurado, aunados en la comida de celebración. No conocía a todos los presentes, aunque algunos habían estado en la Argentina, Tilka – la ahijada de mamá – y su esposo, Slauco que era marinero mercante, Franc, Dori y Berti. Algunos los conocía de un viaje anterior que había hecho con Choqui recorriendo cada una de las casas familiares, otros ni idea.
Los límites del lenguaje no común, no impidieron que sintiera el latido de una pertenencia que se vislumbraba en la expresión de los rostros, los gestos afectuosos, aunque es imposible negar – repito- que la barrera del idioma es relevante y adquiere una fuerza impensable.
Recordé la imagen de una película, en una situación parecida , donde se decía: “ tenemos la misma sangre y no podemos hablarnos “.
La comida la llevaron los primos, jamones y salames caseros, excepto los que trajo Sonia que eran del frigorífico de su familia política, que ella dirige en Trieste. Otras cocinaron los típicos arrollados eslovenos, los poticos o poticas.
/La potica es un arrollado originario de Eslovenia –donde se pronuncia “po-teet-sah”–, la potica se sirve tradicionalmente en dos fechas: Semana Santa y Navidad. Es una especie de pan de nuez que se prepara con masa de levadura, nueces, mantequilla, nata, huevos, miel o azúcar, aunque muchos eslovenos le ponen estragón para que no quede tan dulzón. La potica se cuece, tradicionalmente en una olla de barro, y puede rellenarse de más de cuarenta maneras diferentes, más dulces o más sabrosos, al gusto de cada cual. También hay quienes suelen llamarla erróneamente pizza. Si bien este postre tiene un significado altamente religioso, se suele hacer en algunas circunstancias como un homenaje afectuoso./
Con Doris preparamos uno especial de crema y nueces para la ocasión, con lo cual la mesa quedó engalanada por arrollados varios, fiambres aportados para la ocasión, y algunas bebidas, vinos y gaseosas.
Cumplidos los deseos de los hermanos, me llevaron en un recorrido turístico por la región, con Tilka y el marido, paseando por la costa eslovena, por Koper, por Pirán, hasta Croacia donde ellos tienen una casa de finde semana junto al mar. Allí nos quedamos un día, para regresar a Ljubljana donde viven en las afueras.
Al regreso, en Buenos Aires, un día vino Silvia a cenar, quería contar y no pude largar ni una palabra, un poco porque las emociones habían sido muy fuertes, latentes en una cercanía que impedía elaborarlas, y otro “mucho poco” porque Choqui acaparó la conversación. Quizás el tiempo y la distancia, hicieron que en la última navidad el tema se renovara.
Mi mamá siempre tuvo conmigo una relación difícil y muy conflictiva. Lo que ella esperaba no era lo que yo le daba y en consecuencia lo que yo esperaba no era lo que ella me daba.
Me acusaba de tener poca sensibilidad y de juzgarla mal, de tratar de anular a mi hermana que según su opinión era tan sensible. Comparaciones reincidentes en la que siempre salía desfavorecida. Ellas dos compartían todo, incluso las confidencias.
Así fue que después que falleció mamá, y recién en esa oportunidad, Irma me contó que mamá había estado embarazada antes de casarse y como no pudieron enfrentar el asunto frente a la familia Europea y a los amigos, hicieron un aborto, pero agregó que supieron que era un varón.
Esa fantasía fue el artífice de su relación conmigo, ya que en los años treinta no había los recursos para determinar el sexo de un embarazo y mucho menos de un nonato. Los prejuicios de una formación estrictamente católica no le permitieron asumir una decisión, a la que se supone debieron llegar de común acuerdo con papá.
De todas formas, en 1933, como ya contamos, se casaron con toda la pompa que la ocasión silenciada requería: vestido largo blanco, iglesia, foto y fiesta.
En 1936 nació Irma y en 1941 nací yo de un embarazo en el que mi mamá siempre creyó en la llegada – otra vez - de un varón y como ya dije, puesto que con el deseo, la fe, y la voluntad todo se consigue. Todo menos el pensar con lógica que no fui yo la que fallé, sino que nada ni nadie podía prever el nacimiento de Norman José y no de Norma Josefina. Además, había poco sentido común en semejante planteo, que – por qué no - se podría haber también manifestado cuando nació mi hermana.
Su inconsciente manejó las cuestiones a su antojo, y su dolor por ese nacimiento no concretado, arbitrariamente determinó el camino de su culpa poniéndola en el asma que padeció tantos años y en su difícil relación conmigo. Quizás pecando de psicóloga aficionada, pero con fundamento, podría afirmar que no fui yo la que fallé como me hizo sentir tantas veces, sino que ella misma le falló a sus propias convicciones, su debilidad para afrontar un nacimiento que se supone quizás deseaba o no, en una situación de pareja no acorde a los designios y costumbres de la época y fundamentalmente de su familia tan religiosa.
/Cerrar podrá mis ojos, la postrera sombra/
Un cuatro de noviembre 2016, previo a mi viaje en mayo 2017 hacia los Balcanes, Norma me trajo una breve crónica y catorce fotos del lugar, para dar sustento al requerimiento de un registro de su viaje.
Lipa - me decía entonces - es un pueblo pequeño, con no más de 45 casas, con techos rojos , de uno o dos pisos, con ventanas pequeñas. El terreno es ondulado, las calles son angostas y curvas. Se conserva el aspecto antiguo, en algunos casos adrede, y en otros porque son casas que no se usan, los adultos trabajan en las ciudades vecinas. La escuela también está cerrada, no hay transporte público, la tierra se trabaja muy poco, salvo algunas viñas. Hay un vino marca Kavcic. Frente a la iglesia uno de sus primos tiene un restaurante para atender a los turistas, en general italianos que aparecen los fines de semana. La iglesia es chiquita, pero su torre con el campanario, se ve de todos lados. Allí se han celebrado los casamientos, bautismos, comuniones y se rezaron los responsos de un todo un pueblo y familias, como la de Norma, profundamente religiosas.
/Se intercambiaron mails entre Buenos Aires y Eslovenia, concretamente entre Norma haciendo la presentación familiar de “la tía”, con la calidez afectuosa que originaron la buena recepción de Bojan y Alenka, quienes respondieron de inmediato mi mail para ambos, abriéndome las puertas a un mundo absolutamente desconocido para mí, y al que llegaría después de un largo recorrido por la región.
Belgrado, capital de Serbia. La impresionante Sarajevo, resistente y admirable capital de Bosnia Herzagovina. Kosovo, recientemente independizada, cuya capital es Pristina, lugar de albaneses y serbios, donde la existencia de un gasoducto la hace apetecible por muchas potencias.
La inquietante Mostar con sus callecitas que llevan al reconstruido puente viejo sobre el río Neretva, con perfil netamente oriental, heredero de un tiempo de gran desarrollo urbanístico y comercial, que contó con numerosas mezquitas. La multiétnica Mostar se constituyó en uno de los símbolos de la disolución de Yugoslavia, padeció los enfrentamientos de serbios y croatas. Estas disputas han hecho que se piense en el puente como el “de la esperanza y la división”, vivir de uno u otro lado adquirió en algunos tiempos significaciones diferentes, y resuenan conflictos latentes. Entre bosnios musulmanes, croatas mayormente católicos con algunos serbios cristianos ortodoxos, todos convivían bajo la misma bandera y estrella roja de Yugoslavia, mientras duró.
Duvrovnik, llamada la perla del Adriático, es receptora de grandísimos cruceros que hacen del turismo una actividad relevante, con una infraestructura hotelera muy lujosa, que a veces hasta complica el recorrer la parte histórica, según las horas en que de esas naves salen sus pasajeros a recorrerla.
Kotor perteneciente a Montenegro, ciudad amurallada, ubicada en una bahía muy pronunciada. La isla Korcula – se pronuncia korchula – muy pintoresca, discutido lugar natal de Marco Polo compitiendo con Venecia.
Split , puerto marítimo de Croacia, donde se destaca por la sucesión de pasillos, sótanos, habitáculos, tiendas y miles de sorpresas históricas del Palacio Diocleciano.
Trogir fundada en un islote por colonos griego en el Siglo III, con una herencia cultural de romanos, sarracenos, croatas y venecianos, que si bien llegaron después le han dado un perfil particular, al que se suma su baja densidad demográfica que la hace un lugar muy tranquilo.
Zadar que no sufrió durante la guerra de los Balcanes grandes daños, es hoy el centro administrativo, turístico, y cultural de la región de Dalmacia. Pose la interesante atracción de su famoso órgano marino, con una infraestructura costera que adorna con plácidos atardeceres. La guía contó que el tenor Joseph Carreras, es un reincidente visitante del lugar, donde ha llegado a ofrecer su singular cante.
Zagreb (capital de Croacia). Esta es una ciudad que, cuando la recorrés te habla si querés escuchar su historia. Es muy amigable en un andar lento, sin dejar de elevar la vista y observar la actitud que adoptan sus naturales. Posee un turismo que los invade pero que les da cierto sustento.
La recorrí rememorando un viejo vinilo de los Solistas de Zagreb, una mezcla de Vivaldi, Corelli y algo de Bach, esa música de cámara, que plantó marcas, en una adolescencia que se supone hubiera elegido otras tonalidades para abrir su escucha al mundo controvertido que transitaba.
Zagreb es la ciudad que Elisa, nuestra guía, ha elegido para vivir. Envuelta en su propia historia de ciudadana española que buscaba su lugar en el mundo, ese que todes persiguen y algunes encontramos entre las palabras, leídas o escritas. En ese idioma que la cuna y no las kunas, nos han regalado en el día a día y que a veces, se nos plantan a pesar nuestro, pero siempre dejando prendidos sus peculiares abrojitos.
Camino a Ljubljana, viniendo de Zagreb, arribamos a la increíble Postoina. Conjunto de cuevas cuya formación geológica data de hace 70 millones de años. Conforma un conjunto de veinte kilómetros de túneles y galerías subterráneas, donde se pueden ver las conocidas grutas ”Salón de Baile” y “Paraiso”, entre otras. Inserto en su entorno, se halla el Castillo de Prediama estratégicamente ubicado al filo de un precipicio, con sus suspicases anécdotas.
Ljubljana, capital de Eslovenia desde 1991, ha sabido preservar la atmósfera relajada y amigable de una ciudad pequeña, que sin embargo recibe a diario un denso flujo turístico, y se la observa cuasi pujante haciendo reformas en sus recorridos.
La ciudad italiana de Trieste era el fin del tour organizado, con la pretensión sudaca aprovechadora del cambio en el vuelo de regreso, nos habíamos programado una extensión en tren - a nuestro aire - por Verona, Siena y Florencia, regreso directo desde Fiumicino. Aún llegados a Trieste con un notorio cansancio y con el proyectito que nos faltaba, es una ciudad con mucho encanto, el entremezclado de construcciones modernas insertos en restos históricos, le otorga un perfil singular muy atrayente
Obviamente la cita de este recorrido es apenas una pequeña enumeración, que merecería un detalle más riguroso que no es objetivo de este relato, lo que si cabe destacar es que muchas de las locaciones citadas han sido declarados por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.
El día anterior en Ljubjiana se acercó al Hotel Lev, Alenka, sobrina nieta de Norma, muy sorprendida según sus dichos:
- ¡Ay Tía Silvia! Pensaba encontrarme con una señora mayor
- ¡Alenka¡, y te encontraste conmigo
Me causó mucha gracia, nos reímos juntas, porque “se encontró conmigo”, una señora mayor, un poco cansada, en una apariencia que por momentos el almanaque le pasa factura, y donde no todo lo que reluce es oro. En un veloz intercambio, producto de obligaciones previas contraídas en el itinerario y los atrasos en la llegada, nos contamos intercambiamos un sin número de cosillas personales, lamentamos la brevedad pero establecimos una súbita empatía que quizás haga sus siembras. Contactamos una comunicación telefónica con Bojan, su hermano, para acordar el encuentro y recorrida por Lipa. Compartimos un fugaz cafecito y nos despedimos con afecto, intercambiando regalitos .
Así fue como - según lo convenido- Bojan me vino a buscar al Hotel Roma en Trieste, y comenzamos un día lleno de sorpresas, recorriendo una zona sobre la que había recibido algunas impresiones. El proyecto original había sido pasar por Sezana, recoger a sus padres, Berti y Dori, y seguir camino a Lipa- Temnica. Pero algunos malestares de Berti hicieron que charla va charla viene, emprendiéramos el viaje a destino solos.
/Nadar sabe mi alma el agua fría, y perder el respeto a ley severa/
Yo no tenía muy en claro que buscaba al recorrer esos espacios, pero el diálogo con Bojan me sumergió en realidades que no conocía y que sumaron valencias prometedoras. Es periodista y trabaja para algunas agencias europeas, más una tarea estable en la Biblioteca de Sezana. Está casado y tiene una hija y un hijo estudiantes , ya grandecitos. Con Bojan descubrimos una estrecha relación con la literatura y con la acción/pasión de escribir, pero fundamentalmente con la poesía. Allí le pregunté si escribía por fuera de la labor periodística, y con sorpresa para mí, me respondió que el hecho de hacerlo casi diariamente en inglés, lo alejaba y se le hacía cada vez más difícil la tarea de otro tipo, además el agregado del castellano le insumía más dificultades. Bojan nació en Uruguay, aunque hoy es ciudadano esloveno, y maneja el español muy bien, más el esloveno, el inglés y no sé sino tiene incorporado también otra lengua, seguramente. Tendré que preguntárselo.
Llevaba una imagen un poco gris de Lipa, y encontré una tierra muy verde, aunque solitaria con pocos habitantes por no decir ninguno a la vista. La casa en que vivió Tilka estaba cerrada, no pude conocerla, porque la Tía Paula que la habitaba, había fallecido hacia muy poco, y el único que tenía llave era su sobrino, y con infructuoso resultado para contactarlo. No obstante allí cerca estaba la casa de otros Kavcic : Berti , Dori y flia: Alenka y Bojan. Me encantó, me flasheó la Lucencia de mis orígenes, por las piedras, el verde, las distribuciones, la sencillez. La recorrimos paso a paso. Enfrente tienen una huerta y le robamos algunas sabrosas frutillas a Dori. Me llené de fotos del lugar, sin dudarlo.
Confirme los dichos de Norma de sus callecitas circulares, del campanario que se veía de todos lados. Notoriamente un lugar paradójicamente muy cuidado pero muy poco habitado. Bojan me contaba que suele traer a sus padres los fines de semana, para que disfruten de su casa original, momentos en que suele notarse un poco más de movimiento.
Nos acercamos caminando hasta lo que es el cementerio de Lipa, detrás de la Iglesia. Podía observarse que había un lugar removido hacia muy poco, en razón del cercano fallecimiento de la Tía Paula, pero no encontramos – a pesar de que miramos y miramos con insistencia – la tumba de la nona Tilka. Allí se lee Kavcic, Kavcic , Kavcic por donde pongas la vista.
Todas todos y todes son Kavcic
Emprendimos una breve recorrida por Temnica, muy cercano, lugar de nacimiento de don Pepe, zona con un perfil algo rural pero más citadino que Lipa, y con una infraestructura edilicia donde si bien no existen evidencias de riquezas, si se notan las mejores disponibilidades económicas, acentuadas en el tipo de construcciones.
Volviendo nos acercamos a un mirador desde el que se puede disfrutar una vista panorámica amplia de Lipa, donde mi cámara se llevó sus premios.
Regresamos a Sezana, donde viven sus padres, con la idea de saludarlos y luego almorzar en alguna cercanía. Aunque la charla siguió.
Conocí a Berti y a Dori. Luego de los saludos y presentaciones de rigor, con aclaraciones a Berti (habrá pensado y esta de donde salió): la hermana de Choqui, le dijeron.
Relatamos que no habíamos ubicado la tumba de Tilka. Dori replicó de inmediato, casi enojada: No puede ser, e insistió con volver para indicarnos con precisión esos lugares. Bojan había insistido con ir a almorzar para seguir la charla que venía enriquecida desde Trieste. No sólo la invitación y buena predisposición de Doris me hizo elegir quedarnos a almorzar con ellos, que no obstante ya habían finalizado.
Había llevado archivos con fotos del festejo de las bodas de oro de Norma y Choqui, y de los ochenta de mi hermano. Lo relevante en ellas, obviamente era que se podían reconocer caras afines en el afecto. Muchas de ellas, nada menos que de los hermanos de Berti: Vicente y Mari, con quienes hacia largo tiempo no se veían, aunque solían hablar por teléfono con sus sobrinas Laura y Beatriz, por quienes tanto preguntaban.
- ¿Y Beatriz tiene otro novio ?
- ¿Y Laurita , como está?
Berti en consonancia con su edad y una vida sobrellevada salvando dificultades y distancias afectivas, tiene algunos problemas de salud, fundamentalmente relacionados con la memoria, en la que se encuentra un poco perdido. Alenka me había anticipado algunas cuestiones en nuestro breve encuentro.
Cuando comencé a pasarle algunas fotos, y con Dori le íbamos traduciendo caras y situaciones, empecé a vislumbrar que desde su particular mundo interno se emocionaba en el reconocimiento de sus hermanos y en muchas oportunidades lo hacía sólito su alma sin nuestra ayuda.
Allí fue que me dije, hay que quedarse. Así que foto va foto viene, picamos algo rico con Bojan -preparado por Dori- lo acompañamos con una cervecita eslovena que les advierto es muy rica, y ya la tenía conocida de Ljubljana.
Preparativos sencillos mediante, nos fuimos todos de regreso a Lipa, en busca de las aclaraciones que nos faltaban y que Dori aseguraba conocer, como lo demostró. Nada menos que dos floreritos de cristal marrón opaco, muy cerca del piso, habían ocultado lo que buscábamos y cuatro ojos “avizores” no detectaron. Obvio pasamos por su casa, confesamos haberle robado unas frutillas, que seguía juntando e insistía que me las llevara, y emprendimos el regreso a Sezana.
Nos despedimos en la puerta de su casa, transmitiendo saludos y mensajitos cálidos para la familia, no desprovisto de una peculiar emotividad.
Bojan me llevó de regreso a Trieste, sin dejar de parlotear. Al día siguiente tomábamos el tren muy temprano hacia Verona y necesitaba ordenar mi equipaje, aunque nos alojábamos frente a la terminal de trenes.
Me brindó dos regalos: un libro de un poeta esloveno- traducido al inglés - para mí y otro para Norma solo en esloveno, más una botella de vino tinto KAVCIC, que tenía que resolver como llevármelo en mi controvertido periplo, con un equipaje que se venía mancado, por un par de ruedas que gritaban auxilio y se retobaban. Nos dimos un abrazo de despedida dejando conexiones prendidas en el aire digital.
Quizás cuando pueda tamizar la cantidad de experiencias relevantes que me traje de Balcanes, más lo acuñado en Eslovenia, pueda hacer un balance real y más equilibrado. Ahora apenas empapada del paisaje Dálmata que tanto me gustó, pero sobre todo con la marca impresionante dejada por Sarajevo.
La historia de resistencia de este pueblo me sacudió, no puedo dejar de recordar las expresiones de Amela, nuestra guía, entre tantas cosas dijo algo así como:
- “era muy joven… tuve que dejar la universidad cuando ya estaba por rendir la tesis… días…semanas… años… íbamos y veníamos por ese túnel increíble para sobrevivir… cuando podíamos… a veces si…a veces no ... al finalizar la guerra, juntaba plata para continuar mis estudios vendiendo flores…flores para las tumbas de quienes perdimos en la lucha...”
Hizo silencio, respiró hondo, miró para otro lado, siguió caminando…y en un ratito se puso nuevamente el traje de guía, pero la sombra en su mirada acuosa permanecía.
Disfruté paso a paso, la pasé muy bien, y en continuo sobresalto escuchando mirando reconociendo buscando, por sobre el vértigo que ofrece naturalmente el turismo. Me encontré seres con quienes pude detectar una paradójica pertenencia, tanto en el contacto con diferentes lugareños o con los afectos de Lipa y Ljubljana.
Las cenizas fueron el vehículo de un recorrido más allá de la historia y de lo personal, debo aclarar que soy irreverente pero respetuosa, y tomé prestadas líneas de un poema de Francisco de Quevedo, uno de los pocos que recuerdo de memoria, para poder darle envoltura a esta crónica …
Venas que humor a tanto fuego han dado,
Médulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejarán, no su cuidado…
tía Silvia
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