El poderoso martillo del tiempo marca su ritmo, una deidad intangible e incuestionable. Aplanando nuestros horizontes, limitando nuestros alcances. El mañana, que no existe, como una amenaza constante que trae consigo la sombra de la muerte. No he muerto, pero podemos poner en duda si el ahora es vida. ¿Respiro luego existo? Mi corazón late, dulce ironía, cada bombeo marca mi cercanía con el final. Cada latido celebra la vida, cada latido anuncia la muerte.
Texto agregado el 30-07-2020, y leído por 91 visitantes. (4 votos)