VEINTE AÑOS

Te vi. Después de veinte años. Ya peinas canas.
Pero tu mirada… ah… esa mirada es la misma.
Apenas si te percataste de mi presencia.

Todavía me pregunto por qué fui tan poca cosa en tu vida.
Qué me faltó. Qué me sobró.
Sólo con que pasaras por mi lado, y aún con veinte años de distancia, logras que mis latidos me nublen la conciencia. El flujo de mi sangre golpea la punta de mis dedos.

Se actualizan todos mis recuerdos… Sentir el fuego bajo tu cuerpo poderoso, el éxtasis de tu boca amaderada, tus manos seguras y cálidas, el roce lijoso de tu barba incipiente.

Sólo una palabra tuya y se hubieran borrado estos veinte años de tortura, de dolor, de desarraigo. Una palabra tuya y me hubiera entregado como aquélla adolescente ingenua.

Pero no. No tuviste ni piedad ni compasión. Nunca seré feliz. Seré tierra seca, sin memoria ni esperanza.


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Te vi. Después de veinte años. Hermosa como siempre. El perfume de azúcar quemada es tu presencia. Carbón encendido, hiedra que te atrapa.

Mujer. Mi mujer. No pude sostener la mirada.
Mi tierra fértil, mi tierra prometida. Vitalidad y fortaleza. Te amo como siempre.
Te pienso todo el tiempo. Tu cuerpo tallado en los confines del mundo.

¿De quién serás ahora mi pequeña esfinge dorada?
De quién serán tus besos, tu aroma de mujer y tus senos
De quién serás ahora, en tu sensatez y locura.

Loca, loca, loca. Como a mí me gustas.
Corriendo libre por los límites de lo permitido.
De quién será el olor de tu sexo.

Mientras tanto yo, seré tierra seca, sin memoria ni esperanza.