LA HERENCIA
LA MUJER, LO MÁS HERMOSO DE LA CREACIÓN, ES IMPREDICIBLE. POR ESO NO ME CASÉ.
MI TÍO
Al enviudar mi madre, siendo yo apenas un niño, era rica. Se casó en segundas nupcias con don Ismael, político pueblerino, muy bien parecido, pero, que en poco tiempo le dio en la madre al dinero de su mujer.
Mi padrastro conmigo era un cabrón. Adolescente perdí a mi mamá y su marido me sacó de la escuela, me consiguió un mísero empleo y me corrió. En la casa de pensión piloteaba la pobreza.
Don Ismael se casó con otra mujer rica, la hermana de mi padre, mi tía, mujer acaudalada, pero nada dejada.
Mi tío Luis, hermano mayor de mi padre, proscrito por la familia dada su fama de asesino profesional, solterón y “bon vivant” tuvo a bien morirse de muerte natural, raro por su modo de ganarse la vida. Y me dejó una casa modesta pero cómoda y la verdad: multimillonario.
Lo que son las cosas, de pobretón nadie me pelaba, pero ya con dinero las chavas me procuraban y de inmediato fui alguien importante en el pueblo. Sin embargo, como vulgarmente se dice siempre hay un prietito en el arroz. Don Ismael mi antiguo padrastro y su amante una abogada tramposa, me demandaron por la temporada que viví con él y me mantuvo.
—Tía, —me quejé— tu marido quiere perjudicarme.
—No te preocupes, mi difunto hermano nos aconsejó que hiciéramos en caso de necesidad, este cabrón y su abogadita ya me llenaron el buche de piedritas.
En un hotel de mala muerte fueron cosidos a balazos don Ismael y su barragana, la abogada. Mi tía estaba de viaje.
—Sobrino —me dijo— te traigo las herramientas de trabajo de Luis, qepd, para que las guardes.
Desde entonces tengo una colección, escondida, de armas de fuego.
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