Lo único que alcanzaba a ver era el reflejo de alguna luz en sus ojos nocturnos. Estaba sentado a mitad de cuarto en el espacio que yo mismo había dejado libre como si hubiera querido armar el escenario perfecto para lo que presenciaba aquella noche, y yo digo que estaba sentado porque su tamaño era similar al de un gato que permanece sentado peinándose las patas con la lengua.
Sin embargo en la oscuridad de mi recamara, no pude distinguir su silueta. Ahora trato de recordar esos ojos que en nada relaciono con los del gato de Alicia, aunque sí crea que fue un gato en plena penumbra de madrugada. Alguna luz tuvo que reflejar esas pupilas que sólo tienen los animales nocturnos y que brillan como estrellitas cuando un haz de luz choca contra ellas.
La noche anterior, en la calle había escuchado a una gata en celo, y había escuchado peleas de gatos, se perseguían por la orilla de la barda y se aventaban para dentro de la casa del vecino. Algunos ocupaban las ramas del árbol de capulines para poder bajar, sin embargo tras vencerme el sueño su ruido se perdió dentro de mí aunque por fuera seguramente debió seguir.
Recuerdo que recién me había acostado, apagué la luz y me acomodé de lado, de frente tenía la pared donde pega mi cama y dándole la espalda al resto del cuarto, sin embargo, a diferencia de otras ocasiones, no pude acomodarme para dormir, así que di media vuelta y quedé boca arriba, luego adopté la postura de lado pero dándole la espalda a la pared, ahí fue cuando la bestia se manifestó…
Abrió los ojos lentamente, como si supiera el terror que eso provoca en el espectador, yo miré el brillo y cuando reaccioné al suceso y al tambor en qué se había convertido mi corazón, encendí la lámpara. No había absolutamente nada ahí, me levanté, creí por un instante que algún gato se había metido a mi casa y se había escabullido hasta mi recamara, pero no hubo señales del animal.
Moví la cama, revisé el closet, también un pequeño buró, y no hubo nada, el gato (yo sigo creyendo que eso era) no estaba ahí, quisiera una explicación pero al mismo tiempo no quisiera saber que algo malo se ha metido y vive en mi cuarto, los ojos que me miraron aquella noche no los olvido, quizá ahora sólo son reales en mi memoria.
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