No sabes como me duele el pasado
cuando se deja caer con tristeza,
para arrugar el recuerdo almidonado
que ya no puedo guardar con destreza
en el desbordado cajón ordenado.


Aún te persigo tras otros rostros
cazando esquivas miradas,
en la búsqueda de la luz de tus ojos
que dejaron claras visiones clavadas.


En días grises como estos,
sumergido entre multitudes
que caminan sin rumbo.
Sueño llegar hasta tus latitudes
antes que llegue la maldita noche.


Sin un haz de luz que pueda guiarme
para recorrer tu mismo camino,
entre horribles fantasmas que golpean
la clausurada puerta del destino.
Y yo sin poder ajustar los pasos
al ritmo de tus andadas.


No quiero liberar los demonios
que destrozan las emociones.
¿Sabes que me inquietas el sueño?
Cuando escuchando canciones
me duermo con la melancolía,
y con las ganas despiertas
de revivir viejas ilusiones.


Eres como la barra de chocolate
que deja su rastro
en la cara esparcido,
mientras su sabor se desvanece
con amargor aturdido.


Silva el viento en mi oído
como en el gollete de un frasco vacío,
con el crudo sonido
que enfría el alma
como caída de gotas agudas
que se clavan filosas en la calma.