EL TIEMPO HUMANO
“Lloro por los sueños que no tuve el valor de perseguir y por las tentaciones en las que no me atreví en caer.
Lloro por la ausencia de los amores que se adelantaron a ese más allá, que sabrá Dios que será.”
ADELA CELORIO
Martin Heidegger dijo con buen tino: “La última posibilidad del ser humano es la muerte”, y aquellos como yo, que nos acercamos, por nuestros múltiples inviernos, a esta posibilidad, nos asusta el pensamiento de la nada.
¿Nos encontraremos con los seres ya idos en un bello pero improbable encuentro?
Mi juventud, se perdió y yo no me di cuenta, pues estaba muy ocupado en vivir. Después vinieron los achaques. “No era posible en mi persona”, pensé. Poco a poco mis facultades disminuyeron, hasta que, en mi aceptación, creí que me volví filósofo. No es cierto, vana ilusión.
Ahora octogenario ¿qué me queda? Dar gracias a que estoy lúcido y con la ayuda de la medicina moderna mi existencia, en lo que se puede, es satisfactoria. Las vicisitudes de la vida ya no tienen importancia, aceptar con resignación y por qué no: con alegría lo que me queda por vivir. Ya cumplí con el tiempo humano, así, que es ganancia lo que tengo.
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