Adieu Martinic, pájaro de mal agüero que fabricas tu canto tan cerca de mi ventanal, y sabiendo que tu pico se deshace con el rocío ácido del sol, sigues perturbando luminancias que nada tienen que ver con las auroras. Si un día hube refutado tu estado de intemperancia fue por verte más sólido que endeble, más parejo plumaje que ese que traes de la resaca con el mar. No siempre es bueno verte en los bares del alma tomando brebajes malditos con el diablo que habita en la península humana. Es por eso que adieu, y en francés yo lo digo para que no me entienda ese olmo que tanto cobijo te ha dado sin percibir tu maldad.
Texto agregado el 25-07-2020, y leído por 153 visitantes. (2 votos)