EL DESORDEN QUE TÚ ERES...


“Me gusta ver el desorden de la casa
y pensar en lo mucho que hay por hacer,
un ejemplo: ¡Hacer el amor!”, G.C.V


Te quejas de tu propio desorden, pero, yo, en cambio, mucho lo disfruto. Apenas te vas a trabajar empiezo a recogerlo y a ordenarlo todo según la prioridad que considere o del ánimo que esa mañana tenga. Tu mirada, por ejemplo, me sigue a donde voy y no encuentro dónde ponerla. Tus piernas, con las que tropiezo por donde paso, las pongo una al lado de la otra, encima de las mías, debajo de la cama, sentadas sobre una silla, hasta que es (alrededor de mi cuello) donde ocupan su mejor lugar. Tus manos, siempre laboriosas, me ayudan con las tareas domésticas y -a ratos-, ya cansadas, me abrazan y se tienden para que las tome y las consienta. Tus ropas formales e informales son decoración para mis ojos y no suelo recogerlas con premura, pues me gusta chocar con ellas (en especial las íntimas), que es como colisionar contigo y con la intimidad a la que así, coqueta, me invitas. Sin embargo, debo confesar que son tus zapatos: los rojos, los azules, los negros, los café, los de tacón, los bajitos, las zapatillas, etc., el verdadero problema de tu desorden, pues, al igual que a ti, siempre hay uno (preciso el que siempre a última hora buscas), el que nunca encuentro para ponerlo uno junto al otro y para que mañana o un día de estos -eso espero-, los encuentres a tiempo para evitar el caos que causas buscándolos, y dispongas -así-, de un par de minutos más para darnos un rico pero cálido beso de despedida…


GerCardona.
Octubre 2 de 2018

Bogotá-Colombia.