Los presiento, creando, urdiendo, trenzando, dibujando trenes verbales que contendrán las mieles del pensamiento o el acíbar de la crítica, el brindis silencioso y solitario que promulga la cosecha que se multiplica de acuerdo a la prodigalidad de cada uno, vocablos que se expanden y relumbran creando los lazos virtuosos que van tejiendo una historia. ¿Cómo crean ellos? ¿Obedecen a un plan? ¿Intentan un esquema que después es dotado de incrustaciones diamantinas? ¿O es una simple palabra, una imagen o alguna invocación lo que provoca la ignición de sus dedos, centauros galopantes en pos de traslúcidas utopías? Sea como sea, cada cual administrará sus dones para crear universos paralelos, personajes umbilicales que serán presentados a la consideración de otros, generosa dádiva que no alienta esperanzas pecuniarias sino el juicio entre pares y la frase que dotará de carne a este intento o las cartas sin remitente, tan propias de algunos.
Los imagino en rituales y liturgias, imágenes sordas a las que doto de voces aleatorias, palabras de gargantas mudas que se elevan rasantes para desplomarse en los intersticios pixelados. ¿Cuál es el acento con el que adquieren vida propia sus creaciones? ¿Es una entonación que imita las sinuosidades del oboe, o es la cascada armoniosa del piano? ¿Son trombones que proclaman festividades sempiternas o es el violín que desgarra la atmósfera con la daga aguda de sus notas? ¿Cuál es tu voz, amante, diosa, mujer? ¿Se vislumbra tu esencia y tu acento desde la médula del verbo? ¿Y tu voz de masculino sentir y la tuya, pedaleando aventuras cual quijote huidizo y esa otra, acaso tan profunda e ignota como el gemido de un volcán? Acentos y entonaciones imaginadas que les presto a los seres que bosquejo a partir de la vaguedad de algunos datos para erigirlos como iconos de la imprecisión. Calco abstracto de lo que emanan en cada frase, líneas que fotografían su alma, sus afanes, sus sueños. Son ellos, somos todos circulando por nuestro cuerpo vernacular esta otra sangre que nos otorga carácter y sustento, hagámoslo bien o mal o tan sólo con la ilusión como bandera, letra a letra trepando afanosos cada uno hacia las alturas soñadas.
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