Madrugada de ruidos y murmullos.

El bochinche me despertó de un profundo sueño.

Las pantuflas cubrieron mis desnudos pies.

Camine sigilosa para encontrarme ante el espectáculo.

Los redondos ojos de Brisa miraban asombrada.

Ante mi veía saltar del modular los pinceles despeinados.

Se empujaban entre ellos causando alboroto.

Sentada en el sillón veo como la paleta patinaba por la mesa de cristal.

La muy traviesa hace piruetas aterrizando atropellándo la pc.

Para no ser menos los tubos de oleo se tiraban desde la caja.

Un golpe insistente se sentía desde mi habitación.

Alguien golpeaba desde dentro del placar.

Corrí intrigada la puerta para ver salir muy apurado un blanco bastidor.

Lo seguí hasta el comedor.

Sin ninguna educación empujo el cuadro recostado en el caballete.

Al estamparse contra el suelo el caballo relincho indignado.

El bastidor ansioso se coloco con dificulta en el atril.

Entre tanto veía como los pomos hacían girar rodando sus tapones.

Manchaban la paleta con sus colores vibrantes.

Los pinceles me miraban expectantes.

“Esto no podía ser real“

Despilfarro de energía tienen ellos.

No son horas de pintar.

¡La cama me llama!

Les apago la luz dejándolos en tinieblas.

Me cobije en el calor de mis mantas envuelta en el adorable capullo.

Segura de que solo ha sido un loco sueño.

CAL.COR