El problema son los puntos y las comas y lo es la profusión verbal disparada e incontenible y son palabras y verbos que se despeñan plana abajo sin el atajo prudente de ese punto aparte inexistente y esas frases que siguen guarda abajo sin ritmo ni pausa como un discurso arrasando el espacio preciso en donde el texto tomaba aliento pero no porque la ráfaga verbal se precipita líquida e incontenible con un destino impreciso como quizás lo fueron los mares repletos de locas disquisiciones en forma de peces y crustáceos que es posible que conformen la obra dispersa de algún autor que ha perdido el juicio y deshecho el mismo en el alma de las sales pero eso es otro cuento y las palabras que ahora crean un cauce que gira sobre sí mismo a borbotones quedando la duda si acaso no es una revolución en que cada cual quiere tomar la delantera y es algo imposible y el texto no fluye y es una corriente que despeina la fronda de los árboles y desciende impetuosa y garabateándose en las riveras asaltando la tranquilidad de las garzas que tranquean largo para ponerse a salvo de este que no es cuento ni nada y que con desenfreno anárquico conquista laderas y se enrumba tierra abajo con las palabras disputándose la primacía y arrasándolo todo a su paso sin importarle el vuelo de los cormoranes que se precipitan en vuelo rasante y amenazador abriéndose camino entre los juncos desflecados para atragantase de verbos estériles y vacíos de significados pero que serán la comida fácil de estos rapaces marinos que llenarán sus barrigas con el diccionario líquido e improductivo de ese río que no va a ninguna parte como este escrito que continúa valle abajo sin signo alguno que lo detenga