Hoy es un día especial, aunque es otro día más.
No importa dónde estoy, ni que distancia tendré que recorrer, tren, subte, colectivo, tengo mi GPS mental, sé que voy para allá.
Ese día arranco con ansiedad, de que llegue la hora, de poder salir. Un palpitar diferente, la sonrisa que se me dibuja sin pedir permiso, el saber que llego el día de volver como si fuera tu novia de años que te volves a encontrar. Es una sensación indescriptible compartida por mucha gente.
Llegó la hora y ya estoy listo para salir, solo o acompañado, voy igual. Se que no estaré solo, muchos amigos estarán ahí. Hay un ritual en los cuales algunos se basan en estudios científicos debidamente no comprobados, donde la vestimenta es importante como lo puede ser los tiempos o el recorrido o incluso si se come que y donde. Otros como yo, simplemente van.
En el viaje empiezan a caer recuerdos como si estuviera haciendo una película de mi vida, recuerdos, sensaciones, de las veces que estuve ahí y de lo que iré a vivir.
Sin saber porque, empiezan a salir de mi boca canciones que hacen el viaje más ameno, mientras la ansiedad se va calmando al igual que la alegría va en aumento. A nivel matemático es inversamente proporcional, ya que estoy en camino. Falta, pero estoy.
A medida que me voy acercando voy sintiendo esa energía. Canto más fuerte, mando mensajes desde el celular o desde el cosmos con amigos. Pienso con quien me encontraré y hacia donde iré. Mientras en el viaje me cruzo o más bien voy a acompañando a otros que como yo, vamos a ese lugar, que sin conocernos nos complementamos en una sensación, en un sentimiento, en una complicidad indescriptible. Somo hermanos. Cuanto más cerca, más gente, que solo al mirarnos con una sonrisa nos comunicamos como diciendo, nos vemos en un rato, vamos para allá.
Hoy es un día más, un día diferente, pero similar en muchas cosas. Es una película que la podés ver muchas veces, pero siempre es diferente con matices iguales. Es una vivencia única. Esa sensación hace que mi corazón se alegre, que mi piel se ruborice, que la ansiedad viaje al cerebro y que el orgasmo este contenido, pero sabiendo que en cualquier momento explota. Que, como buen amante, no será solo uno, pero serán únicos e irrepetibles.
Se además que tiene vida, que late como lo hace mi corazón, que siente y vos lo sentís. Se también que la energía que mueve, es superior a cualquier medicamento, aunque no sea un buen día. Ahí la energía es siempre positiva y siempre queres volver. Es un orgasmo continuo.
Al llegar ese pequeño ritual se hace más manifiesto, esas cuadras que te separan las vas caminando. Siempre caminas acompañado. Todos vamos al mismo lugar. Las cuadras se hacen más conocidas, la distancia se acorta y al levantar la vista, ya que siempre con la cabeza en alto esperas el momento. La buscas con la mirada. Y cuando la ves, en ese instante te detenes unos segundos, mientras tu cara acompaña ese momento con una sonrisa, con una explosión en tu corazón, una sensación que recorre todo el cuerpo mientras decís como si fuera una declaración de amor “te extrañe, cada día estas más hermosa”. Y apuras el paso para el encuentro final, para llegar al TEMPLO, PARA ENTRAR EN LA BOMBONERA. Y ahí estas vos, tranquilo y alegre, LLEGASTE A TU CASA.
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