La diferencia de estar contigo parte 1
Las mujeres con carrera universitaria, menos propensas a conseguir pareja, ahora lo creo.
Pasé al frente a recibir mi título de doctorado con mención honorifica sin haber dado mi primer beso, sin haber perdido mi virginidad con tan solo 30 años. Me concentré en estudiar, soy doctora en docencia universitaria, he trabajo ya hace mucho con los universitarios.
He viajado mucho, hablo tres idiomas, soy subdirectora en una universidad, tengo mi casa, un carro, una cuenta de banco, pero cuando llego a mi casa no hay nadie esperándome, voy a una fiesta y llego sola.
Nunca he sido muy agraciada, en mi adolescencia tuve granos y espinillas y toda mi cara está marcada, tengo las orejas grandes, uso anteojos, tengo sobrepeso y una joroba. Soy todo un partido.
Algunas de mis alumnas fueron madres mientras asistían a la escuela, otras presumían de sus encuentros sexuales mientras yo seguía estudiando.
Y es que para algunos tengo lo que cualquier persona quisiera para su vida, pero no es suficiente. Uno de mis amigos me recomendó que me hiciera justicia por mi propia mano o que me comprara un juguete para adultos y probara aquello de lo que muchas mujeres presumen tener de manera múltiple, pero no tuve el valor ni de comprar un juguetito de esos y mucho menos de tocar eso que nunca nadie ha tocado.
Yo pintaba para ser una solterona, le pedía a gritos a la vida que me mandara a alguien en mi vida, David mi amigo me dijo que no me pierdo de mucho y tenía mucha razón.
Saliendo de la universidad fui a la plaza comercial, el refrigerador estaba vacío. Primero pasé al cajero, mi cuenta estaba llena. Al salir del banco cometí el peor error de mi vida, cruzarme con aquel pedazo de mierda.
-Disculpe, señorita. Tiró su tarjeta – un policía me indicó que mi tarjeta estaba en el piso.
- ¡Oh, que amable!
Se trataba de un joven de aproximadamente 1.80 de estatura, anteojos, nariz grande, cabello rizado y ojos claros. Portaba el uniforme de una empresa llamada Murvel. Mis ojos se perdieron en esa mirada.
- ¿Se encuentra bien? – preguntó el hombrecillo al notar que me quedé inmóvil frente a él.
-Si. Perdón. Gracias.
Seguí mi camino apenada por aquel momento. Pero es que ese policía era el más guapo que había visto en mi vida.
Continuará….
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