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"La noche había empezado hacía mucho cuando sus pies tocaron la calle Santander aquel miércoles santo en Panajachel. A tan solo veinticuatro horas de haber pensado que irremediablemente no saldrían ese año, las cosas abruptamente cambiaron de rumbo como siempre suelen hacerlo: de un momento para otro. Llegaron a lo que duras penas se le puede llamar hotel, la compañía bohemia se estaciono en algún olvidado rincón sin ventana y somier para cuatro; no había mucho para escoger, el licor había encendido la mecha autodestructiva de la desesperación y la amnesia añorada. ¿quién puede negociar con tanta estupidez en la cabeza?

-Vamos a la playa
- Pero compremos otra botella primero- respondió tronante la compañía bohemia.

Desarmado estaba el trovador, inconclusamente, pero lo suficiente para apreciar todas las contrariedades del mundo... el ruido, la soledad, los sueños en gusanados, y lo que sus ojos tristes y café claro veían: calles sucias, de piedra nueva, de borrachos, asquerosas, llenas de vómitos, de mierda de perro, grises...
Una mancha azul, como coágulo asqueroso de golpiza, insignificante para el trovador... lo llaman lago.

- Cantá otra canción y te invito a un litro mas
Las risas, los coros: mil horas, como un perro...
-Cantá la tuya- reclamó la compañía bohemia.
La melodía surgió, la gente escuchó, y después aplaudió.
-¿Una guerra es el amor?
-Así es- contestó el trovador indiferente a la chica del piercing en el ombligo.

La compañía bohemia observaba al trovador mientras ella revelaba secretos inefables y lo abrazaba al punto de casi derramar lágrimas, ella se encontraba amando y odiando, deseando y temiendo , ella entendía: el amor es una guerra...
Los demás observaban sin entender, es el don que tenia: la gente tiende a confiar en él.
-Vamos a la playa- dijo el líder.
Cuando se habían alejado lo suficiente el líder se acercó al afónico cantante que ahora arrastraba sus sandalias y su guitarra por las callejuelas que conducían de regreso al lago.
-¿Te la agarraste? Preguntó
-Para vos todo se resume a eso.
-Tranquilo, no te me hagas el santo, quien te mira va vos... tengo que aprender a cantar- dijo con una sonrisa mas que maliciosa: sórdida.
-Estoy borracho, tengo ganas de drogas, no de mujeres...
-No hay mejor droga que una mujer, pero tranquilo, vamos a conseguir cielo
-Yo quiero cocaína.
-¡Puta! Andas grueso...
-Digamos que ando en busca de... algo que de verdad me destruya.
-Mano tengo quince años de conocerte y hasta hoy me doy cuenta que sos un maldito radical, antes eras un santo y ahora sos un coquero- su risa resonó en la calle mientras el lago oscuro saludaba sin mucho afán.

La música lo poblaba todo, y en medio de todo esto el trovador se sentó antes de bajar a donde grupos en circulo bebían bajo la tenue luz de la luna y el alumbrado público, miraba con ojos lúgubres el vacío, el deseo es presa de tus emociones mas frías y no se derrumba aun cuando todo el mundo propio se haya derrumbado... no, la música no se iría, antes se apagarían las luces rojas en su mente dolorida y alcoholizada al punto criminal del genocidio neuronal.

El mejor amigo del trovador se acerco con mas buenas intenciones que coordinación vocal y expresiva: la etílica estupidez era colectiva.
-Mano... no te me vayas a poner depre, recordá Tolimán a principio de año, no la pasamos de a huevo, hubo de todo y de gratis. Hasta chica conseguiste.
-No se que tengo, creí que al llegar este día las cosas cambiarían, pero no, nada cambia, estoy harto de todo... además querido amigo, las mujeres nunca arreglan nada, al contrario todo lo complican.
-Eso si... te comprendo, se lo que pasas...
-Jamás. Si estuvieras en mi lugar ya te hubieras muerto, así como sos que te mataste tanto por la niña aquella que no sabe lo que quiere, después de todo casi ni conviviste con ella; no, no vas entender hasta que tengas una amor de esos por los que estas dispuesto a dar la vida, por quien sos capaz de renunciar hasta de lo que imaginaste no lo harías por nadie.
-Vos, disculpa que te lo diga, pero no vale la pena perder la vida por nadie.
-Bueno, depende, al menos no por alguien cuya pasión son las dietas y su literatura iluminada es Cosmopolitan- respondió el trovador en tono mordaz.
Caminaron instintivamente hacía donde se veía algo de grama y espacio suficiente para sentarse y tocar guitarra, toda la compañía bohemia iba de buen talante mientras otros se separaban explorando el lugar en busca de drogas; y de pronto el trovador escuchó una voz que no habría de olvidar:
-¡He! El de la guitarra
Automáticamente el trovador se volteo, y camino directo al grupo que sentados bebían, él comprendía el contrato tácito: el tocaba y le darían de beber gratis, era la ley que le acompañaba fiel como el deseo de cantarle a cualquiera que quiera escuchar.
-¡Mil horas, como un perro!
Tequila gratis, nunca esta de mas, mas tarde el porro de marihuana, mas tarde mas tequila, mas tarde el olvido.

Pero algo interrumpió su paciencia siniestra, algo dramáticamente golpeo sin preguntar, pero eso si... fue tan sutil que solo el lo entendió, el otro don del trovador era la observación desmedida del las personas: como analista sicológico de personajes de novelas rusas: se siente bien adivinando mas que acertando lo que es una persona con solo escucharla hablar. Esto que irrumpió fue una voz, la voz de una mujer. La trovadora cantó como solo ella sabia hacerlo y él que inmediatamente supo algo en su corazón no dudo en pronunciar aquella que seria la primera de muchas frases que él le dijera:
-¿Dónde has estado toda mi vida?"

(... continúa)
-P.M-

Wed, 25 May 2005, 02:31
Panajachel, Guatemala

Texto agregado el 12-07-2020, y leído por 63 visitantes. (0 votos)


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