-Te he confesado cinco veces consecutivas, de lunes a viernes te he perdonado todos tus pecados, te he puesto una penitencia diaria y aún crees que no estás libre de pecado.
Damian quedó morando al padre con mucho asombro, no podía creer lo que acaba de escuchar de boca del mismo padre. Al principio las palabras no le salieron por más que lo intentó. Después que pudo articular lenguaje le dijo al padre:
-Yo pensé que se iba a poner contento que volviera a confesarme, acaso ese no es su trabajo?
-Si hijo pero es que te has vuelto muy reiterativo, todos los días vienes a contarme los mismos pecados de siempre. Es mejor que comulgues sin confesarte
-De hoy en adelante haré lo que mi consciencia me diga y no volveré a incomodarlo Padrecito
-Gracias hijito, ya era hora que entrarás en razón
Damían se retiró del confesionario y fue a comulgar y mientras recibía la hostia se dijo así mismo "con este pite de hostia pretenden que uno se vuelva bueno", después de recibir el cuerpo de Cristo se fue para la calle. En la puerta de la iglesia se santiguó y se perdió en las calles atestadas de transeúntes. Pasó un mes y Damían no volvió por el templo, el padrecito estaba feliz de no verlo más por el templo, por él ojalá no volviera nunca. Pasó otro mes y Damían no daba señales de vida. El padre creyó que se había convertido en un buen hombre y elevó una plegaria por ese acontecimiento. Deseó que todos los pecadores se convirtieran en cristo como Damían. Y cuando no lo esperaba le dio por aparecerse de nuevo en el templo, el padre al verlo otra vez en el confesionario le dijo:
Qué te pasa ahora hijo, hasta de ejemplo te he puesto en la eucaristía, esos cambio que opera el señor en sus ovejas descarriadas que con oraciones vuelven al redil
-Padre necesito su ayuda para que no se aburra de escucharme, le voy a pedir que me perdone los pecados nuevos
-Cómo así hijito, no me vayas hacer dar un soponcio que ya estoy muy viejo y no podré resistir
-Padre, ahora he ido más lejos pues he matado no solo una vez sino varias veces, por eso estoy de regreso
El padre escuchaba con suma atención toda la confesión que le hacía damían y quedó pálido después de escuchar todo lo que le relató. Enseguida lo exhortó a no volver hacerlo, le triplicó la penitencia y después le dijo que fuera a comulgar e hiciera lo que diga su consciencia
Al otro día regresó Damían y de nuevo fue a confesarse, apenas le tocó su turno le dijo al padre:
-Padrecito, es la última vez que vengo a incomodarlo
-Me alegra que hayas entrado en razón y que hayas entendido que matar es pecado
-Más pecado es no confesar ni exorcizar el demonio a quien lo requiere. Por no haberlo hecho maté a cinco hombres y con usted seis pues mi consciencia me dice que debo matarlo
Damían sacó la pistola y ultimó al padre Barrientos de tres disparos y luego fue a comulgar.
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