Es Solo un Cuento de Humor
El Mosquito había llegado al pueblo de Levin, que por tan solo dos habitantes no había podido llegar a ser ciudad. El tema es que picaba y picaba el mosquito, a tal punto que se había empezado a convertir en un problema, la gente se sentía cansada, con fiebre, ya no podía ir a su trabajo, y lo peor fue que comenzaron a temer por sus vidas, curiosamente no encontraban el insecticida que lo matara. Al menos eso decían.
Nadie quería salir de sus casas por miedo al bicho, por lo tanto, cerraron el ingreso al pueblo. Solo podían acercarse los que traían alimentos, pero dejaban todo en la entrada, del otro lado del rio, y como nadie quería ingresar a Levin, allí los comerciantes retiraban la mercadería.
Los días transcurrían y la gente temía perder sus negocios, entonces apareció en escena Don Cosme. Le prestaba dinero a cambio de hipotecarle sus bienes y como no podían trabajar, no podían pagar,por lo tanto él se quedaría con todo.
Pero apareció otro personaje, como que era un tanto equivocada, veía las cosas al revés, por lo tanto, vivía al revés, en realidad no sabría cómo definirla, pero que era real lo era.
Les cuento, se lavaba las manos con los guantes puestos, usaba el tapa boca hasta para comer, creyó que la cuarentena era estar cuarenta días en cama, que terminaría cuando fuera el final de Elif, la novela turca de la que no se perdía capitulo, cuando supo que Elif había terminado el año anterior en Turquía quiso viajar a ese país, porque seguramente allí no estaría el mosquito, entonces se levantó de la cama y no podía caminar, estaba toda doblada, como chueca, y muy débil, tuvo que hacer muchos ejercicios para recuperar su estabilidad, cuando salió a la calle para comprar los pasajes la mandaron adentro,y como no sabía bien que hacer, descarto la posibilidad de viajar a Turquía,
Asi que se puso a leer novelas eróticas por internet, y creyó que hacer el amor era una receta afrodisiaca, y que lo afrodisiaco era un africano, y quiso viajar al África haber de que se trataba todo aquello. Pero cuando salió a la calle otra vez la mandaron adentro.
Mientras el caos reinaba en el pueblo, ella no sabía qué hacer con su vida,
Hasta que comenzó a leer en La página de los cuentos, y descubrio un personaje que se llamaba La señora D y quiso conocerla, pero cómo hacerlo, supo que podía estar en algún lugar de América, ya no tendría que cruzar el océano. Pero esta vez no iba hacer como otras que la cachaban y la mandaban adentro, no señor, esta vez iba hacer más astuta, entonces pensó y observo todo cuidadosamente.
Comenzó a pispear por la ventana, que o casualidad daba justo al rio y de allí se podía observar el puente.
Y se hizo la noche y de noche los puentes hablan, cuentan cosas, y ella lo supo,
Descubrió que había un viejo llamado Evelio al que dejaban pasar con un burro al otro lado del rio, por el puente, obvio, y de allí volvía cargado con leña. Como a las tres de la mañana, comenzó a seguirlo. ¿Porque a él sí' le dejaban pasar? se preguntó. Hasta que vio que al regresar entregaba algo en la verdulería a altas horas de la madrugada, tres golpecitos en la puerta y salía el verdulero.
Todo continuaba igual en el pueblo, obviamente la culpa del mosquito.
Otra noche salió de su casa y sigilosamente escondiéndose en la oscuridad se acercó lo más que pudo al puente, allí podía escuchar, y ver. Y valla si escucho y si vio.
De pronto mientras observaba asombrada todo lo que sus oídos percibían, una voz la hizo sobresaltar---¡Que estás haciendo allí!
Dio un grito ahogado, enfrente suyo lucia espantosa una anciana, toda chiquitita, arrugadita, feíta pero tan feíta que parecía una brujita, creyó que venía del más allá...
-Escuché, escuché, le dan la receta al verdulero para que cocine con los ingredientes. - hablaba rápido, rápido y bajito del susto que tenía- El viejo sale todas las noches con el burro. Y yo se lo quiero comprar.
- ¡Que tarada sos! Esa no es una cocina común. Estas en un pueblo tomado, o no te diste cuenta.
- ¡Como la casa tomada de Cortázar, la chica tejía y tejía!
- ¡Vos tendrías que hacer lo mismo, y no meterte en lo que no te importa!
- ¡Ese mosquito me tiene harta! Estoy cansada. ¡Estuve cuarenta días en cama! Ya está. Quise viajar y no me dejaron salir. - dijo casi gritando con todo su odio.
-Claro entiendo, a vos te parece que con tres grados bajo cero puede haber un mosquito picando a la gente del pueblo como si nada.
-No sé, yo mucho no entiendo
-Ya veo. ¿Y para que queres el burro?
-Para irme, me disfrazo del viejo y cruzo el puente
-Vení esta noche a esta misma hora. Trae plata. Ahora anda a tu casa.
Y así fue como terminó aquella noche, y se hizo el día, en total calma, en total silencio, y otra vez se hizo la noche y salió nuestra amiga, otra vez refugiándose en la oscuridad
Según lo convenido apareció la viejita
- ¿Como te llamas vos? - fue lo primero que le pregunto nuestra amiga...
-Me dicen la Reyna del sur, te suena.
- ¡La novela de Reverte! ¡Si la leí! –
- ¿Trajiste plata?
-Si acá tenés
Era mucho lo que habia en la bolsa, le brillaron los ojos a la vieja.
- ¡Pero estos son Australes!
-Me los dejo mi marido antes de morir, ¿Que no sirven?
-No tarada, los tendrías que haber gastado, que se yo
- ¿Y ahora que voy a hacer?
- No sé. No se me ocurre nada. Plata no tenés, y encima sos media cortada verde, estás loca vos
-Ayúdeme, yo me quiero ir de acá, pero necesito plata mucha plata, porque quiero hacer un viaje.
-No sé si te voy a ayudar. Plata, necesitas plata, y si con lo que acabo de ver estas en la ruina. -Pensó, pensó la viejita- Después de todo me caes bien. A ver, veni seguime.
Caminaron por la vereda del edificio que ocupaba toda la manzana, ingresaron por una puerta de madera, de color negro, arruinada, se encontraba bajo los árboles y apenas si se podía ver. Caminaron por un largo pasillo, muy oscuro, hasta llegar a una habitación donde habia una tapa en el piso, la anciana la levanto sin dificultad y la invito a ingresar por una escalera que daba a los sótanos, allí habia muchas mesas, y elementos de laboratorio.
- ¿Qué es esto? -Pregunto con un hilo de vos –¡Miles y miles de mosquitos! ¡Y larvas en una incubadora! -continuaba diciendo impactada, los ojos grandes y la vieja que la observaba
-Te dije que no hay mosquitos con temperaturas bajo cero. Estos son especiales, porque son los que yo he creado.
- ¡Entonces sos vos!
-Según como se lo mire.
- ¡Dominas a la gente con esto!
-Veo que no sos tan estúpida vos. Sos medio rara nada más.
- ¿Y qué quiere que haga?
-A nos vamos entendiendo. Vos querés salir, andar por el mundo y yo quiero dominar el mundo.
- ¿Quiere que yo los desparrame?
- ¡No te dije! No sos estúpida. Este es el comienzo, tu libertad, mucho dinero. Que me decís.
- ¡No de ninguna manera!
- ¿Estas seguras?
- ¡Jamás haría algo así! ¡No puedo! -giro varias veces sobre si misma, dando pequeños saltos, llevo sus manos a la cabeza, estaba espantada - ¡Me quiero ir de aquí!
-Está bien, puedes irte. Respeto tu decisión.
La anciana vio cómo se perdía en las escaleras. Una sonrisa macabra se dibujó en su boca.
- ¡Que tonta eres mujer! -balbuceo la vieja.
Pero como ella vivía al revés, salió por el otro lado, caminando por el pasillo que la llevo a la galería, allí pudo ver que el lugar era muy grande, que habia habitaciones con gente durmiendo, una cocina, un comedor, todo allí era diferente, enorme. Como no encontraba la salida, esperó.
De pronto, recordó que habia visto muchos mosquitos, - ¡Malditos! -dijo- los encontré, ellos son los culpables de que la gente está encerrada, sino que es lo que acabo de ver. ¡Hay que terminar con esto, yo los voy a liberar!
En la cocina habia visto un bidón con combustible y fue por él y allí enfilo para el sótano.
Levanto la tapa, descendió, allí estaban ellos, los culpables de tanta encerrona.
Roció todo, prendió un fosforo y comenzó el fuego.
- ¡Se hizo justicia! – dijo
Y regreso al patio
Allí comenzaron a ver el humo y todos corrían, - ¡Que raros son! – pensó –¿Que será todo esto?
Vio el tablero de entrada, colgaban unas llaves y provo, con una, con dos, con tres abrió el portón y todos comenzaron a salir por allí.
- ¿Salgan! ¡Salgan! Ya son libres, la cuarentena terminó, ya no hay más mosquitos, se murieron todos.
Varias personas la miraban con odio
- ¡Estos no son como los otro! -dijo
- ¿Qué hiciste? -preguntó uno de ellos
- ¡Solo mate los mosquitos que estaban en el sótano!
- ¡Aquello es el laboratorio! Y no son mosquitos.
-Así claro, que eran entonces. Yo no soy estúpida, eran los bichos esos que andan picando a la gente.
-Si no me digas -dijo uno de ellos
- ¡Pero si la vieja me dijo! Yo la vi, ella me llevo, la reina del sur
-Ella era una interna de aquí- comento la otra mujer
- ¡Era! ¿Una interna? ¡Ay, mi madre que vi! Que está pasando….
-Esto es un psiquiátrico, o no te has dado cuenta. ¿Quién eres?
- ¡Yo la vi a la vieja! ¡Y a los mosquitos también!
- ¿Quién es pregunto el hombre?
-Una que vive aquí acerca, es rara, hace todo al revés, no hay que preocuparse.
En medio del caos ingreso el viejito con el burro cargado de leña, el verdulero con mercadería.
- ¡Qué es esto! ¿Qué hacen estos aquí? Mejor me voy. Pero y la viejita ¿Abra sido un aviso? Yo la vi, hablé con ella, parecía real.
Comenzó a caminar hasta llegar al rio, siguió hablando sola, casi murmurando.
-Estos se creen que soy tarada, yo no me chupo el dedo., aquí hay gato encerrado, yo la vi, dicen que ya no está, yo no como vidrios, la reina del sur estaba aquí, y los otros los que salieron corriendo, eran medios raros, esos también, anda a saber... para mí son un invento humano.
Ya van a ver, volveré
No todo lo que parece puede llegar a ser.
Final del cuento
Estela.
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