Manos tan bellas
Que abrazan,
Aletargan,
Arropan
Y devoran mi ser,
En sus cientos
De uñas
Clavándose,
Hundiéndose
Profundo al pescuezo,
Urdiendo veneno
A través de mi piel,
De mis venas,
Arterias
Y cartílagos;
Allegando
Sus calumnias
Impasivas
E intempestivas,
Insufriblemente impávidas
Ante oxidadas espadas,
Dobladas y recogidas
Que mi ánima poseía
Como única defensa
Ante ella,
Ante aquella,
Mi perdición,
Mi suplicio,
El castigo
Ante el cual decaigo
Hecho un oxímoron,
Dividido en símbolos,
Aullando en sigilo,
Perdiendo mi espíritu
Que es parte de todo tu,
Ahora,
Collar de gemidos,
Infinitos,
Triunfo fatídico,
¡Sáquenme de aquí!.
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