Como los árboles del otoño que arranca sus hojas sin piedad,
así es el veneno de tu alma que corroe hasta la piel.
Salpicada por tu barro nauseabundo,
quebraste mi alma, sumergiéndola en las tinieblas del rencor.
Somos el infierno de los perdones no permitidos.
El odio que nos envolvió en su manto más oscuro.
El desasosiego en cada amanecer.
Sin embargo, permanecimos juntos hasta la locura.
embriagados de rencor hasta el final.
Texto agregado el 08-07-2020, y leído por 206
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Para hacerse daño....no hace falta tocarse siquiera.... Describes esas sensaciones ambiguas e incomprensibles de dos que se consumen "amandose". Me gustó comi lo expresas crom