El hombre apartó con una mano la cortina multicolor, vestía con una túnica roja, y un sombrero de copa, tenía una varita que a primera vista perecía una rama. A una señal del mago todos hicieron silencio. El público observó una bolsa que el mago mostraba por dentro y por fuera, luego tomó su varita con la mano derecha y con unas palabras que repetía y con un suspenso que los mantenía en vilo, sacó una paloma viva, luego la metió en una caja, las paredes de esta se abrieron. La paloma desapareció y en su lugar se encontraba un gallo. El público aplaudió frenéticamente.
El mago sacó de su bolsillo una moneda y la puso en la palma de su mano, y ante la mirada de los espectadores la dobló con sus manos. Una vez doblada, la entregó al público quienes la examinaron. Sonriendo, el mago levantó sus manos pero esta vez, nadie aplaudió. Este era un ilusionismo que había hecho durante mucho tiempo con una moneda especial y su público siempre aplaudía.
Entre aquel murmullo, el mago oyó decir que eso lo hacía Olegario. Muchos se sintieron engañados y se marcharon. Aquel nombre retumbó en la mente del mago, y decidió ir a buscarlo.
El encantador de trucos, pasó por una casa donde había un horno de barro que humeaba y una que mujer aseaba la acera. Se trataba de Josefina, quien barría cada mañana a las siete en punto. El prestidigitador se detuvo a preguntar por Olegario, y la mujer contestó: - Todos aquí conocemos a Olegario, es el hombre más fuerte del mundo, él trabaja cargando bultos en el mercado.
Lo que oyó le pareció una exageración, sin embargo, fue a buscarlo. En el mercado observó a un hombre que cargaba pesados bultos de frutos del campo sobre su espalda y los levantaba como si no pesaran nada. Era alto, robusto, con una grande espalda, vestía con una ceñida lycra roja que dejaba al descubierto unos brazos musculosos, era calvo y con ojos color celeste, tenía una cicatriz muy grande en la parte derecha de la cara, producto de un incendio cuando era un chico.
El mago se acercó y le preguntó si de verdad podía doblar una moneda y Olegario no solamente la dobló, sino que tomó el mazo de naipes que llevaba el ilusionista en su camisa y los partió con sus manos. El mago quedó estupefacto al ver aquel prodigio.
Olegario, era integrante de una brigada de solidaridad, que trabajaba en la remodelación de la escuela, el mago se maravilló viéndolo levantar pesadas cargas, pero aún cuando levantaba pesos de hasta 500 kilos, lo que le impresionaba no era su prodigiosa fuerza física.
Aquel hombre era un ser muy solo, no tenía familia, ni amigos con quien hablar o compartir sentimientos. Su soledad era un fantasma que nadie mas podía ver. No fue ninguna exageración lo que dijo la mujer que barría, porque el hombre más fuerte del mundo es aquel que más soporta la soledad. |