I
La noche del 26 de junio del 2011 quedó marcada en la historia por el descenso de River, pero no fue el único suceso que ocurrió esa noche.
El frio sobrevolaba el monumental, el resultado ya había decretado la suerte de aquel gran Club. Uno de los clubes más importantes de la Argentina había descendido por primera vez. La bronca de muchos, como también sus lágrimas hacían que no fuera una noche más.
Los desmanes provocados por los hinchas iban en aumento y algún que otro foco de incendio era rápidamente apagado por el personal de bomberos.
Luego de unos 45 minutos de terminado el partido y donde la calma había empezado a volver, los efectivos de seguridad empiezan con el operativo para evacuar el estadio. Generalmente el operativo a cargo del jefe de seguridad Comisario Román era bastante eficaz y muy pocas veces tenía que hacer uso de la fuerza para que la parcialidad siguiera sus órdenes. Los efectivos iban bajando en fila, llevando como si fueran vacas, arriando a la gente hacia las puertas de acceso, que luego los comunicaba con las escaleras, para la salida final del estadio. Siempre se tomaban su tiempo, ya que había bastante gente ese día y además para poder evitar un mal mayor, teniendo en cuenta los ánimos producidos por el descenso, ellos acompañaban a los hinchas hacia la salida. Román monitoreaba todo el operativo desde la cabina de seguridad y poniendo especial énfasis en la popular baja, donde estaban los más revoltosos, pero sin dejar de prestar atención a la popular alta donde se ubicaba la barra.
Todo el operativo iba bien, lento, pero bien, hasta que en una de las plateas altas ve que un grupo de policías se juntan alrededor de uno de los bancos. El lugar específico era fila 26 asiento 11 de la platea Belgrano.
- Oficial, ¿qué pasa ahí? - Por el Handy se oía la voz de Román.
- Comisario, llame a la ambulancia, necesitamos personal médico. Un masculino de aproximadamente 35 años se está muriendo. - Respondía el Oficial Córdoba.
Luego de 5 minutos de aquel llamado y sorteando la gente que salía del estadio, más algún curioso que estaba por ahí, llegaron los médicos del SAME. Se acercan y luego de una revisación rápida, constatan que ese hombre estaba muerto.
El oficial Córdoba, sorprendido por lo ocurrido y sobre todo porque sabía que se iba a perder los ravioles con estofado que iba a cocinar su esposa, habla con el Comisario Román y le comenta lo sucedido. Lo primero que había pensado era que se había muerto por un infarto, debido a la carga emocional del partido y sobre todo viendo el resultado final. Pero la campera roja tenía unas manchas aún más fuertes, es sangre, lo mataron, dijo para sus adentros el Oficial Córdoba.
Los hinchas de Belgrano, la otra parcialidad y la más alegre después de esa noche, eran testigos de lo que iba sucediendo en aquella platea mientras la policía los evacuaba.
Al llegar la policía científica y luego de cercar el lugar confirman que, el hincha Ricardo For de 37 años oriundo de Mataderos, había sido apuñalado en varias ocasiones y que, a simple vista, la puñalada en el corazón hizo que dejara de respirar. Había ocurrido un asesinato en la cancha.
El oficial a cargo de la investigación era Cristian Olave y con la autorización del juez, se dirigió a la cabina de seguridad donde estaban las filmaciones internas del club. Se sentó en una de las sillas, le solicito a los empleados del club que le trajeran unas pizzas y agua mineral ya que la noche iba a ser muy larga, y se puso a revisar todos los videos del estadio incluso los que habían grabado las cámaras de televisión en la transmisión del partido. Él quería determinar en qué momento habría sucedido tal asesinato y si por alguna cámara se podía detectar la cara del asesino. Se imaginaba que iba a ser un caso complicado por la cantidad de gente que había en el estadio, por los desmanes ocurridos y porque iba a ser difícil determinar el momento y la circunstancia de tal crimen. El juez lo había caratulado como muerte dudosa, mientras tanto, el cuerpo de Ricardo For era llevado al Hospital para poder realizarle la autopsia correspondiente.
- ¿Señora For? Disculpe la hora, mi nombre es el Oficial Benítez- Se escuchaba por el tubo telefónico el sonido de una voz grave y ronca, producto de varios años de cigarrillo. El oficial Benítez era el encargado de las malas noticias y así lo llamaban en la seccional. Tenía un tono tranquilo y su voz daba autoridad, además de ser bastante empático con las personas o más bien, un poco más empático que los demás policías.
- ¿Paso algo oficial? - Jimena contesto al instante ya que estaba pendiente de alguna noticia de su esposo. Sabía que era una noche fatídica y posiblemente habría llamado para decir que se iba a ahogar penas con algún amigo. Nunca se imaginó que el llamado era de la policía.
- Si señora, necesitamos que se acerque al Hospital Fernández, su marido está muerto. Necesitamos que venga a reconocerlo. ¿Está usted con alguien? – Le decía Benítez a Jimena For.
- ¿Qué paso? ¿Está seguro? - Le contestaba mientras se oían algunos gritos y algunos llantos, que hacían que sus palabras no tuvieran sentido y dos minutos más tarde, cortaba el teléfono. Solo entendió con mucho esfuerzo “voy para allá”.
El Oficial a cargo Olave, mando al Oficial Benítez junto con un psicólogo al hospital Fernández para aguardar la llegada de la Señora For, mientras él seguía revisando los videos del estadio sin observar nada extraño. Aunque Olave era paciente y sabía que en cualquier momento algo iba a aparecer para dar con el asesino o más bien para poder resolver el caso. Como si fuera un gran boxeador el siempre hacia alardes de su eficacia 27/29 era el registro que llevaba de los homicidios resueltos contra los totales. Sabía que cualquier detalle por más simple que fuera, era una gran posibilidad, una gran pista para desbaratar incluso el asesinato perfecto. No creía en los crímenes perfectos.
II
Jimena baja rápidamente de un taxi, a eso de las 2 am, en la puerta del hospital Fernández acompañada de su hermano Osvaldo Domínguez. Ella estaba con una campera negra, lentes negros que ocultaban las ojeras y el llanto. Su caminar era cansino e iba agarrada al brazo de su hermano.
El oficial Benítez no tardo en reconocerla y se le acerco lentamente para acompañarla al sector donde tenía que reconocer el cuerpo. Ellos lo siguieron por un pasillo apenas iluminado donde se podían ver algunos pacientes en silla de rueda que estaban por los pasillos como también alguna camilla sin ocupar.
- ¡¡¡¡¡¡Por aquí!!!!!!- le dice el Oficial Benítez a Jimena mientras le abre una puerta. Él no quiso emitir palabra mientras los acompañaba, sabía que el acompañamiento y las palabras tenían que ser después de ese momento que estaban por vivir.
Ingresan a una sala fría, amplia, donde la luz en concordancia con el hospital o por solidaridad era muy mala. La sala era pequeña donde había varias camillas tapadas con una sábana. En el otro extremo, sentada frente a una computadora, se encontraba la Dra. Federica Giménez, que estaba de guardia en la morgue del hospital.
La Sra. For, junto a su hermano siguen al oficial Benítez hacia la segunda mesa a la izquierda. En la cabecera de la misma, ya estaba la Dra. Giménez junto con el Dr. Farre, el psicólogo de la Policía Federal. Jimena, aprieta fuertemente la mano de su hermano, y con una seña le da el OK para levantar levemente la sabana que tapaba el cuerpo de su marido. Lo reconoció y no pudo disimular el dolor. Ella salió corriendo de esa habitación mientras el hermano confirmaba la identidad del cuerpo.
Al salir de la sala de la morgue del hospital, ven en el pasillo a Jimena con las manos sobre los ojos intentando secar sus lágrimas. El Dr. Farre los invita a ir a un cuarto especialmente diseñado para tal ocasión, mientras le trae un café bien caliente.
Una vez sentados y habiendo pasado unos minutos del reconocimiento, pero sobre todo habiendo pasado unos minutos de un respetuoso silencio, se acerca y le apoya su mano en el hombro de Jimena. Ese movimiento hizo que se aflojara, pero a la vez que se sintiera contenida. Le alcanza un pañuelo o más bien un paquete de esos pañuelos descartables y
- Se que no es el momento adecuado, pero necesitaríamos hacerle unas preguntas. Posiblemente más adelante la llamemos de nuevo, pero necesitamos empezar por algo. - Le decía el oficial Benítez
- ¿Qué ha pasado? ¿Como fue? – le pregunta Jimena sin darle tiempo al Oficial para seguir con su exposición.
- Lo encontraron muerto en la cancha, estaba sentado en la platea y según los estudios preliminares, fue apuñalado en 3 ocasiones donde la primera fue la mortal. Estamos investigando todos los videos de la cancha para poder dar con el asesino. Quédese tranquila que se va a hacer justicia. -Jimena abría los ojos frente a esta última frase dicha por Benítez, muchas veces escuchada en la televisión sin ningún tipo de resultado. Ella pensaba porque a mí.
Luego de las preguntas de rutina y mientras el oficial prestaba atención a cada respuesta anotándolas en una pequeña libreta cuadriculada, ya que muchas veces la memoria falla o como decía él “es para ordenar las ideas”. Pudo averiguar qué Ricardo For, de 37 años, vivía en mataderos con su mujer hace 5 años, sin hijos. Era un comerciante de un local de ropa que heredó de su padre. Lo catalogaba como un buen amigo, buen compañero, era trabajador y aunque alguna que otra vez discutían, nunca se había excedido. Era normal de las parejas y siempre decía “soy Tano, soy apasionado”. Él había ido a ver a su River ese partido, aunque hacía mucho que no iba a la cancha, ese partido no podía no estar. Saco una platea y fue solo a la cancha. Jimena algunas veces lo había acompañado pero esta vez no quiso ir, tenía un mal presagio.
Luego de unos minutos más de charla dentro del Hospital, Jimena y su hermano firman los papeles del hospital para poder empezar a pensar en su velorio y poder despedirlo como se merece.
Salen como habían ingresado, agarrados por el codo y apoyados uno al otro. Se toman un taxi y directamente a la casa de Osvaldo donde Jimena se iba a quedar por unos días.
III
En las oficinas del club, el oficial Olave sigue mirando los videos del partido buscando algo que le llame la atención o simplemente poder encontrar una imagen del lugar donde estaba ubicado el Sr For.
Los minutos pasaban, los videos se iban acumulando a su derecha, las pizzas se iban consumiendo como un adicto después de estar 3 meses sin consumir y los vasos vacíos estaban apoyados esquivando los cables de la consola. La sala tenía 6 televisores donde iban cambiando las imágenes de acuerdo a la cámara que transmitía la señal.
De repente le tocan el hombro, ya que estaba dormitando, y le muestran una imagen muy difusa del lugar donde se encontraría sentado el Sr For. En esa imagen se ve que se abraza a una persona y luego de un instante, se sienta, mientras algunos siguen parados. Esa imagen fue en el momento del gol de River y era una imagen captada por las cámaras de televisión, pero luego las imágenes que encontraban no mostraban ninguna característica adicional. Solo un plano general de la tribuna después del gol. Los partidos son así y más en esa cancha, donde la pasión no es muy demostrable, decía entre si el Oficial Olave. Pero a ciencia cierta, era verdad, las imágenes posteriores, ya sea de esa zona u otra, se veía a la gente muy nerviosa, quieta y muda.
Las cámaras adicionales no ayudaban con la identificación del Sr For, ni de las personas que estaban al lado. Tampoco mostraban ningún inconveniente en el estadio salvo los del final, que fue generalizado. Lo mismo le confirmaba Claudio Tejera, que era el agente de seguridad encargado de esa zona del estadio. “No vi nada raro”, eran sus palabras.
Olave, tenía los ojos rojos y achinados de tanto mirar la pantalla. Hacía varias horas que no se levantaba de esa silla y con su mano, hacia rebobinar y adelantar los diferentes videos que le traían. Varias veces pensaba ver ese lugar del estadio y ver al Sr For, pero era más producto del cansancio que lo que la realidad mostraba. Las imágenes eran difusas y como estaban todos vestidos casi igual, era complicado determinar quién es quién. Él no quería reconocer, pero se le estaba haciendo complicado en las primeras horas del asesinato. Las horas más importantes para recolectar pruebas.
Se levanta repentinamente, la silla cae contra el piso por el peso del abrigo y la fuerza con que se había levantado.
- ¡¡¡Me voy!!! Mañana quiero el listado de personas que estaban en ese sector y los videos – Dijo con voz cancina pero firme, mirando al fiscal Martin Battaglia.
IV
A la mañana siguiente el Oficial Olave llega a la comisaria con el café de todos los días. Era su ritual, pasar por la cafetería de la esquina, comprar un café bien negro de granos. Bien fuerte, bien puro y apestosamente horrible como casi todos los días. Todos sabían que nunca iba a mejorar el sabor de ese café, pero como querían al dueño, le seguían comprando. Es bastante rico para lo que sale, decían todos, pero a Olave, le gustaba en serio ese café y también era adicto al café. Se tomaba 4 o 5 por día.
En su escritorio lo esperaba un papel con los nombres de las personas que habían concurrido al estadio y la ubicación que cada uno tenía. Le había llegado unos minutos antes, según el Oficial Benítez, mientras esperaba indicaciones para ver como seguir.
El papel tenía el membrete del club River Plate y el mismo fue sacado de la base de datos por la compra de entradas. Esperaba que tuviera suerte y alguno haya notado algo raro o más bien, haya estado en ese lugar.
Al empezar a revisar el listado le llamo la atención que el Sr For, había comprado 2 entradas con la ubicación asignada por el club, la misma en la cual se encontró el cuerpo. En el video, según recordaba, no se observaba un lugar vacío a su lado y según su esposa, él había ido solo. La primera pista o contradicción, decía internamente Olave, mientras festejaba tímidamente. Esa nueva información hizo que se levantara del asiento y empezara a dar órdenes. Ya no estaba tan estancado.
- Comunícate con estas personas y fíjate si vieron algo raro. Confirma la ubicación de ellos en el estadio. – Le decía Olave a Benítez.
- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡Tráiganme los videos!!!!!!!!! – le daba una orden a otro oficial.
- Hoy va a ser un día largo, traigan medialunas. – le decía a la secretaria
En ese momento, todos se pusieron a trabajar y mientras Benítez empezaba con los llamados y una libreta al costado del teléfono, él agarro los videos que ya había preseleccionado la noche anterior y se fue a un cuarto para verlos detenidamente. Llamo a la Oficial Daiana Pico, ya que era la experta en informática, además de una oficial muy detallista.
De todos los llamados realizados por Benítez, en muy pocos tuvo algún resultado. Muchos pensando que era algún amigo y alguna cargada, cortaban al preguntarle sobre el partido. Otros directamente no atendían haciéndose pasar por el hijo o directamente su esposa les decía que no se encontraba o incluso que no vivía más allá. Solo algunos, después de una extensa explicación y confirmación de que no se trataba de ninguna broma, les contaba lo sucedido en la tribuna, sin hacer mención al partido. Benítez, además verifico que muchos de los hinchas se habían ubicado donde podían o donde entraban, ya que era muy difícil mantener el lugar que había comprado. Cada dato, cada nombre, cada observación, Benítez la anotaba en su libreta mientras tachaba del listado original el nombre de la persona con la que habló.
En la primera página de su libreta, estaba dibujada el sector C entre las filas 20 a 32 y los asientos 5 a 18 de la platea Belgrano. En ella estaban los nombres confirmados de algunas personas y su ubicación. Al dibujarla se le vino uno de los pocos recuerdos que tenía en esa platea, cuando su padre lo llevo a ver un River Boca, cuando aún esa platea era para los visitantes. Él tenía apenas 5 años y al recordar ese momento, una lagrima se escurre entre la cara, recordando ese instante, pero sobre todo recordando a su padre que ya no estaba con él.
- Sra. For, ¿cómo está? - se escuchaba un tono de empatía al escuchar su voz del otro lado.
- Soy el oficial Benítez y necesitaríamos que venga a la comisaria, nos faltan completar algunos documentos y de paso realizarle algunas preguntas sobre su marido. – Benítez insistía con el tono y la cordialidad en su voz, pero expresando la importancia que ella concurriera a la seccional. Otra de las ordenes dada por Olave.
- La esperamos mañana a las 12 hs. – Decía Benítez mientras sonreía para adentro, ya que le había parecido una mujer muy agradable y muy hermosa, más allá de la situación que estaba atravesando.
De repente, un grito lo saca de ese estado de enamoramiento con el cual había quedado.
- Benítez!!!!!!!!!!!!!
- Benítez!!!!!!!!!!!!!- Repetía Olave con un tono aún más alto que el primero, cinco segundo más tarde que el primer llamado.
- Benítez!!!!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡¡Venga!!!!!!!! Lo necesito YA. - Olave insistía, mientras Benítez ya estaba recorriendo esos 5 metros que los separaba. Él sabía que algo importante tenía que haber pasado, ya que la ansiedad no era parte de la personalidad de Olave.
V
Benítez ve la puerta apenas cerrada e ingresa. En el interior de la sala, se encontraba una mesa donde había un par de cuadernos con anotaciones. Uno para cada oficial que estaba ahí. Algunos videos desparramados, dos vasos con agua, una jarra con agua y un plato con medialunas, la comida favorita de Olave. En una de las sillas y de espalda a él, estaba Olave, mientras al costado y casi en perpendicular a él se encontraba la Oficial Daiana Pico.
- Siéntese. – le decía de manera de orden.
Benítez agarra una silla que había en el rincón de la sala y la coloca donde le estaba haciendo lugar Olave para que se siente. Una vez sentado en esa silla de chapa, fría, se sirve un vaso de agua y
- ¡¡¡Miré esto!!! – le decía Olave ya medio apurado y le muestra una carpeta.
Era el informe forense de la autopsia realizada al Sr For. El mismo no decía ningún dato adicional al sospechado, según su visión.
“El Señor Ricardo For, de 37 años de edad, peso 84 kg, altura 1 85 m, tatuaje en el pecho del escudo de River…………mientras pasaba rápidamente la descripción de la ropa que tenía puesta, fue a la parte que más le interesaba……día y hora de la muerte: 26/06/2011 a las 18 00 +/- 3 horas (confirmaba que fue muerto durante el partido). El cuerpo presenta 3 puñaladas una directa al corazón, atravesando el tatuaje y fue la causa del deceso, la segunda y tercera en la zona abdominal de poca profundidad. No se observa ningún tipo de marca, ni de lesión en todo el cuerpo”
Firma la Dra. Giménez
- ¿Qué piensa? – Le pregunta Olave mientras estaba terminando de leer el informe. Benítez piensa por un instante y cuando iba a hablar
- Yo pienso que el autor debió ser un conocido, que lo agarro por sorpresa ya que no hubo signos de defensa. La primera puñalada fue certera y eso lo imposibilito de seguir defendiéndose. Las otras dos, se realizan al caer el cuerpo hacia adelante, mientras lo acomoda en el asiento nuevamente. El asesino debería ser un hombre y derecho, por la disposición de las cuchilladas. Además, por la contextura física del Sr For. La ubicación del crimen, no es otra que ese asiento, en esa platea. ¿Está de acuerdo? – Le pregunta nuevamente mientras Benítez piensa la descripción del asesinato que había escuchado de su superior.
- ¡¡¡¡Mire Benítez!!!!- Mientras le señalaba la pantalla, con una imagen ampliada de la tribuna, de la platea y ahí se ve la imagen del Sr For junto a….
La ansiedad de casi resolver el caso, un caso que a priori se le hacía muy complicado, le producía una excitación tremenda a Olave. Por su lado, Benítez aun no podía creer lo que estaba viendo. Sin mediar palabra, agarraron los abrigos y salieron rápidamente.
VI
La casa se veía apagada, el atardecer estaba asomando en el barrio de mataderos, Benítez y Olave esperando que se abra la puerta. Po las dudas tenían un patrullero de apoyo con personal femenino. La idea de ellos era apurar la declaración que estaba predeterminada para el día siguiente pero los hechos encontrados, sobre todo la imagen del Sr For y La Sra. For, juntos en la platea, necesitaba una explicación.
La puerta se abre y se ve a la Sra. For con el mismo semblante de la última vez. Se notaba la pérdida de un ser querido y eso hacía que se torne más raro el caso. Su cara estaba lavada, aun con ojeras producto del mal dormir y de llorar por no tener a Ricardo consigo.
Los Oficiales se sientan en el sillón que se encontraba en el living y luego de traerle un café a cada uno, se sientan los cuatro. También estaba su hermano, conocido por Benítez ya que lo había visto en el hospital.
Sin mediar palabra, Olave le saca la foto donde estaban ellos dos en la cancha. Ella casi sin inmutarse, pero con la sorpresa que ellos hayan encontrado la foto, se agarran fuerte la mano con el hermano mientras junta fuerza para hablar.
- Les voy a contar la verdad. Aún estoy shockeada por lo que paso, así que les pido paciencia y después respondo las preguntas. - Arrancaba su relato Jimena Domínguez de For.
- Unos días antes del partido, luego del primer partido de River con Belgrano en Córdoba, Ricardo estaba muy violento y muy raro, él era un hombre firme, criado a la vieja usanza italiana. Yo soy más bien independiente y eso le chocaba a él. Pero esos días y más con el partido perdido en Córdoba, se aisló, estaba muy nervioso, muy irascible. Arrancaba una pelea por cualquier cosa y yo temía por mí, ya que a veces los golpes dolían. - Seguía Jimena mientras sin querer mostraba uno de los moretones en la muñeca y su voz se entrecortaba. Tomo aire y prosiguió.
- Dos días antes del partido mientras cenábamos me dice “tengo todo planeado, si River se va a la B, me mato. No voy a soportar verlo descender, verlo en la B” mientras me mostraba las dos entradas que había sacado para ir a la cancha. Yo al principio no le creía, pero me alcanza un papel y me dice, ya arreglé todo, a vos no te va a pasar nada. El papel estaba certificado por un escribano y tenía dos partes, una era el testamento donde me dejaba todo a mí y la otra era una carta manuscrita por él, donde explicaba sus razones del suicidio, en el caso que yo tuviera problemas con la justicia. – Jimena se llevó las manos a la cabeza y no puro parar de llorar, mientras el hermano, fue a buscar dichos papeles y se los alcanza Al Oficial Olave.
- Al principio pensé que era una broma, pero la forma que hablaba, su tono y su seguridad, empecé a pensar que podía estar hablando en serio. Él no era de hacer bromas y menos sobre River. Era su pasión, pero nunca imagine que llegara a eso. Con los días y las horas le hablaba para que cambiara de parecer, pero siempre terminaba con un golpe y a la cama. No le podía sacar esa idea de la cabeza. - Seguía Jimena con tono pausado y entrecortado.
- Ese día en la cancha estaba todo bien, sobre todo por el primer gol de River, pero al correr el partido y con el empate de Belgrano, me dice al oído “acordate el plan y sino lo haces, te mato a vos y a tu vieja” mientras me muestra un cuchillo que tenía escondido en el bolsillo de la campera. Yo pensé que se había olvidado y ahí empecé a temer lo peor. Temí por mí y por mi familia. Yo había soportado sus golpes, pero no mi mama. Sabía que era un hombre de palabra. -
- Los minutos pasaban, el partido no se destrababa, empecé a pensar lo peor y en mi cabeza únicamente pensaba como podía hacer para declinar su idea. Rezaba porque hicieran un gol y así poder volver sano y salvo los dos. En ese momento se escucha un estruendo en la cancha y yo que estaba pensando en otra cosa no entendía nada hasta que vi que habían cobrado penal. – La voz se corta, toma el vaso de agua y mientras su hermano le aprieta la mano para darle fuerza, ella sigue.
- Estábamos los dos parados, expectantes al arco donde se desarrollaba esa jugada, faltaban muy pocos minutos y era la única esperanza. Si lo erraba, nadie sabía que iba a pasar de mi vida, pero era seguro que River descendía. El penal lo erra y al mirar a Ricardo, me da un beso en la boca y me dice “siempre te ame, perdón si te falle” mientras saca el cuchillo y se lo clava en el corazón. Atravesando el escudo que tenía en su campera como el tatuaje en su corazón. En ese momento, no sabía qué hacer y recordé lo que me había dicho. A vos no te va a pasar nada. Así que le saque el cuchillo y ahí el cuerpo cae sobre mí, clavándole accidentalmente el cuchillo en la zona baja. Con el afán de acomodar el cuerpo en su silla, le hice sin querer otro corte, ya que tenía el cuchillo en la mano. Lo senté en su butaca, lo miré, le di un beso y me puse a llorar. Él también lloraba, aunque ya estaba muerto. Al terminar el partido y siguiendo a rajatabla lo que me había dicho, lo deje en la butaca del monumental, mirando como su equipo se despedía hacia la B.- Jimena termina el relato y se abraza a su hermano.
- No puedo mas de la culpa, pienso hasta el día de hoy y sé que será por años, como podría haber hecho para sacarle esa idea. Maldecía a River por descender y por hacerme perder a mi marido. – Decía Jimena con voz entrecortada y llorando a gritos limpios
Los oficiales se quedaban boquiabiertos frente a tal relato, ellos venían con la idea de que la Sra. For señale a alguien de la tribuna como asesino y no que ella lo fuera o más bien fuera un suicidio compartido. Ni el más loco de los cuentos de Agatha Christie ocurriría algo semejante.
Mientras Benítez le ponía las esposas a Jimena, Olave se llevaba las pruebas otorgadas por la Sra. For (la documentación como el arma homicida) con el fin de verificar y confirmar la historia.
Luego de 4 días de analizar todas las pruebas y con la confinación de un perito calígrafo más la palabra del escribano y las huellas encontradas en el arma, resuelven liberar a la Sra. For.
La caratula del caso paso de muerte dudosa a suicidio premeditado por traición/desamor. Muerte por descenso.
FIN
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