Reflexiónes en tiempo de cuarentena
Algo más relativo a la actualidad
Desde el tiempo en que aún no éramos todos los que seríamos y hasta hace algunos meses cuando ya nos estábamos todos los que fuimos, ni siquiera el más tirano de los tiranos de todos los tiempos nos había tenido confinados al encierro obligado con normas estrictas e incluso punibles, como el opresor que hoy domina al mundo moderno y que en forma despiadada nos sigue arrebatando a muchos seres queridos que querían seguir siendo parte importante de las familias y muchos de ellos el libro de las memorias de sus componentes, y por lo tanto habitantes activos de este mundo.
Un mundo que a pesar de todos los males sigue siendo nuestro refugio y nuestro hábitat, pero que desgraciadamente nuestra misma especie humana ha colaborado en su deterioro, destruyendo paisajes, alterando la distribución natural de cauces, vientos y climas, apropiándose de los recursos naturales, lucrando con los elementos indispensables para la existencia y comercializando lo que la naturaleza nos regala para vivir. Así y todo igual lo continuamos considerando nuestro hogar, sustento, solaz y propiedad compartida.
¿Será el momento de pensar en establecer una nueva normalidad? No sé, ni se me ocurre cómo, pienso que lo primero sería cambiar la forma de pensar, actuar y sentir del ser humano individual y colectivo, pero para eso habría que transformar el cerebro humano agregando, quitando o alterando partes o funciones de él, y eso fuera posible nos enfrentaríamos con aquellos sentimientos propios de nuestra naturaleza, luego además con los actuales conceptos de individualidad, propiedad y libertad ¿Entonces, cómo? Lo más probable es que sigamos siendo iguales a como éramos antes que llegara Covid-19.
De todas formas, por ahora siendo lo que somos y en el tiempo que estamos, pensemos que llegará pronto el momento esperado en que descubramos nuestros rostros y podamos abrazarnos como antes, como siempre, porqué ya nos estamos olvidando de: ver el paso del tiempo por los rostros familiares, también extrañando el saludo cariñoso de los amigos e incluso la sonrisa de la chica que nos vende frutas y verduras en el negocio que está al cruzar la calle.
Sobre todo y lo que más estoy sintiendo amor, es no ver la forma de tu sonrisa , no libar el dulzor de tus besos y no sentir el calor inigualable de tus brazos.
Y como no quiero olvidar, es que en un arrebato de loca valentía, me estoy dando ánimo que además, sabiendo que tú deseas lo mismo que yo, quiero traspasártelo con la intención de adelantar la fecha y de alguna forma buscar el momento y lugar propicios para burlar el acecho del traicionero invasor.
Y así, de manera un tanto egoista, aunque nos quedemos sin las fuerzas que estamos guardando para combatir el despiadado virus, nos abracemos, nos besemos y sintamos nuestros cuerpos unidos, en la confianza de que la ciencia muy pronto podrá destruir al malvado y así compensar con ello la indolencia de “biengastar” las pocas fuerzas que nos quedan, en consumar este arrebato de necesidad mutua.
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