EL BURRO ALBOROTADO
Se dice: “cada quién es responsable de su propio destino”, Y es la verdad.
Les diré, que soy de familia rica y tuve una infancia de lujos, quizá eso me echó a perder. Pero, algo que ha sido un problema para mí, es que nunca di golpe en la escuela.
A duras penas acabé la secundaria y me volví fósil en la prepa, por lo que en una escuela comercial de mala muerte salí de contador privado. Cuando menos sabía hacer cuentas. Aunque experto en cantinas y francachelas.
Total, que mi padre se aburrió de mi vida de holganza y disipación y me levantó la canasta.
¡A jijo! Qué difícil es ganarse la vida. A escondidas mi pobre mamacita me daba algo para sobrevivir. Dicen “que Dios aprieta, pero no ahorca”, un cantinero amigo mío, me dio el pitazo, que don Crisóforo, pilar de la comunidad, diácono de la iglesia del Perpetuo Socorro, su esposa perteneciente a las Hijas de María, donde era la presidenta y sus hijos, uno en el seminario y el otro haciendo una maestría en E.E. U.U. Dicho piadoso señor buscaba un gerente general para uno de sus negocios. Con una sonrisa irónica mi amigo comentó que yo llenaba el perfil para el puesto. Pensé que era debido, más que nada, al abolengo de mi familia.
¡La necesidad es canija! Me presenté de inmediato con el que iba a ser mi benefactor. Y sí, me dio el puesto con la condición de que yo pasara como el dueño y no se mencionara para nada su nombre.
“El burro alborotado” se llamaba el elegante burdel del que me hice cargo. Un negocio fabuloso, pues además de bellas hetairas muy complacientes, se animaba a la clientela con alcohol y los escogidos con “coca”.
¡Qué vergüenza para mi familia! Eso le pasó a mi papito por no mantenerme. El dinero es tentador, comencé a estafar las ganancias, al grado tal que el don mandó a uno de sus guaruras a darme chicharrón. Dios protege a sus hijos, aunque no vayan a la iglesia, como yo. El baboso del sicario confundió al presidente municipal conmigo, este edil estaba encuerado en la suerte suprema con una hermosa dama,cuando recibió la descarga de un cuerno de chivo, el presi pasó a rendirle cuentas al creador. Eso sí, hay que felicitar al matarife, aunque su víctima tuvo un chorro de impactos, la dama salió ilesa. Y en descargo al baboso tirador, yo me parezco mucho al difunto.
¡Vaya escándalo que se armó! Se supo la sopa, claro yo lo publiqué en redes sociales. A la gente le encanta el chisme. Mi patrón felpó, según su familia de un infarto masivo, aunque, yo tengo la sospecha de que un judicial adscrito a la presidencia municipal le hizo el favor.
Ahora, soy el dueño legítimo de un negocio boyante, aunque, mi familia no me habla.
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